lunes, 12 de marzo de 2012

EL EVANGELIO DEL 12 DE MARZO

LUNES



EVANGELIO
Y añadió: «En verdad os digo que ningún profeta es bien recibido en su patria.» «Os digo de verdad: Muchas viudas había en Israel en los días de Elías, cuando se cerró el cielo por tres años y seis meses y hubo gran hambre en todo el país; y a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una mujer viuda de Sarepta de Sidón. Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo, y ninguno de ellos fue purificado sino Naamán, el sirio.» Al oír estas cosas, todos los de la sinagoga se llenaron de ira y, levantándose, le arrojaron fuera de la ciudad y le llevaron a una altura escarpada del monte sobre el cual estaba edificada su ciudad para despeñarle. Pero él, pasando por medio de ellos, se marchó.

Lucas 4, 24-30
COMENTARIO
La viuda de Saperta es una mujer extranjera y pagana a quien el profeta salvará del hambre, por haber sido generosa y haber practicado la hospitalidad; por haber compartido la escasa harina y el poco aceite que quedaba en su casa. Sarepta era una ciudad fenicia. Su nombre proviene de la raíz «saraf», que significa lugar donde se fabrica vidrio. Dicha ciudad existe actualmente con el nombre de Sarafan.

 No importa que aquella mujer fuera pagana. Dios le ayuda porque es buena. En ningún lugar del texto de Elías se dice que la mujer abandonara sus creencias religiosas y su cultura. La salvación de Dios es universal y está por encima de fronteras, culturas y religiones...
Naamán era un alto militar del ejército arameo. La curación de este oficial de alta graduación sucede poco tiempo después que el ejército arameo haya derrotado al rey Jorán de Israel en batalla. La acción de Dios llega incluso a los enemigos del pueblo de Israel cuando estos aceptan la salvación de Dios.
Jesús de Nazareth, con estos dos ejemplos tomados del Antiguo Testamento, está anunciando la universalidad de su salvación. Su mensaje no se centra sólo en el pueblo judíos, sino en todas aquellas personas de buena voluntad que creen en Él.


CURIOSIDADES
Sarepta es una ciudad fenicia situada entre las grandes ciudades de Tiro y Sidón. Jesús recuerda un pasaje del profeta Elías en el que se resalta la generosidad de una viuda extranjera y pagana. Según relata el Libro de los reyes, el profeta Elías llegó a esta ciudad durante una hambruna. Una generosa viuda le ofreció harina y aceite al profeta. Harina y aceite no faltaron nunca en casa de la viuda.

Este texto resalta que la generosidad y la bondad no son exclusivos del pueblo de Israel. El nombre de la ciudad (Sarepta) proviene del verbo «safar» que significa: fundir. Esta ciudad era famosa en la antigüedad por las importantes fábricas de vidrio.










  

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