Y
añadió: «En verdad os digo que ningún profeta es bien recibido en su patria.» «Os
digo de verdad: Muchas viudas había en Israel en los días de Elías, cuando se cerró
el cielo por tres años y seis meses y hubo gran hambre en todo el país; y a ninguna
de ellas fue enviado Elías, sino a una mujer viuda de Sarepta de Sidón. Y muchos
leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo, y ninguno de ellos fue purificado
sino Naamán, el sirio.» Al oír estas cosas, todos los de la sinagoga se
llenaron de ira y, levantándose, le arrojaron fuera de la ciudad y le llevaron
a una altura escarpada del monte sobre el cual estaba edificada su ciudad para
despeñarle. Pero él, pasando por medio de ellos, se marchó.
Lucas 4, 24-30
COMENTARIO
La viuda de Saperta es una mujer extranjera y pagana a
quien el profeta salvará del hambre, por haber sido generosa
y haber practicado la hospitalidad; por haber compartido la escasa harina y el
poco aceite que quedaba en su casa. Sarepta era una ciudad fenicia.
Su nombre proviene de la raíz «saraf», que significa lugar donde se fabrica vidrio. Dicha ciudad existe actualmente con
el nombre de Sarafan.
No importa
que aquella mujer fuera pagana. Dios le ayuda porque es buena. En ningún lugar
del texto de Elías se dice que la mujer abandonara
sus creencias religiosas y su cultura. La salvación de Dios es universal y está por encima de fronteras, culturas y
religiones...
Naamán era un alto militar del ejército arameo. La
curación de este oficial de alta graduación sucede poco tiempo después que el ejército arameo haya derrotado al rey
Jorán de Israel en batalla. La acción
de Dios llega
incluso a los enemigos del pueblo de Israel cuando estos aceptan la salvación
de Dios.
Jesús de Nazareth, con estos dos ejemplos tomados del
Antiguo Testamento, está anunciando la
universalidad de su
salvación. Su mensaje no se centra sólo en el pueblo judíos, sino en todas
aquellas personas de buena voluntad que
creen en Él.
CURIOSIDADES
Sarepta es una ciudad fenicia situada entre las grandes
ciudades de Tiro y Sidón. Jesús recuerda un pasaje del profeta Elías en el que
se resalta la generosidad de una viuda extranjera y pagana. Según relata el
Libro de los reyes, el profeta Elías llegó a esta ciudad durante una hambruna.
Una generosa viuda le ofreció harina y aceite al profeta. Harina y aceite no
faltaron nunca en casa de la viuda.
Este texto resalta que la generosidad y la bondad no son
exclusivos del pueblo de Israel. El nombre de la ciudad (Sarepta) proviene del
verbo «safar» que significa: fundir. Esta ciudad era famosa en la antigüedad
por las importantes fábricas de vidrio.
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