© ONDA CERO. El Santoral de Genestal. Hemeroteca 2012.
Hoy celebran su onomástica quienes tengan por santo a:
Santa Escolástica, los Santos Caralampo, Porfirio y Daucto, San Protadio, Santa Austreberta y San Guillermo el Grande
Destacamos a:
Santa Austreberta
Nació cerca de Thérouanne, en Artois, y fue una niña seria y piadosa, con la mente fija en iglesias y conventos.
Un día, mientras contemplaba su imagen reflejada en el agua, vio un velo sobre su cabeza; aquella extraña experiencia le produjo una impresión permanente.
Luego explicó el asunto a sus padres, que terminaron por acceder a que la joven entrara al convento, después de vivir con ellos algún tiempo.
Un día, mientras contemplaba su imagen reflejada en el agua, vio un velo sobre su cabeza; aquella extraña experiencia le produjo una impresión permanente.
Luego explicó el asunto a sus padres, que terminaron por acceder a que la joven entrara al convento, después de vivir con ellos algún tiempo.
Muy pronto se ganó lodos los corazones con su piedad y humildad. Se cuenta que un día cuando Austreberta horneaba el pan para la casa, ocurrió un suceso extraordinario.
En el horno caliente ya se habían extinguido las llamas. Los panes estaban listos y sólo faltaba sacar las brasas. Austreberta metió la escoba, que se incendió de pronto y llenó el horno con fuego.
Austreberta, temiendo que el pan se quemara, cerró primero la puerta de la cocina y después, inclinándose entre las llamas, que no le hicieron ningún daño, limpió el interior del horno con sus manos y sacó el pan.
A la asombrada muchacha que había presenciado la escena le encargó que no dijera nada a nadie y después siguió con su tarea tranquilamente, sin ninguna quemadura en su cuerpo ni en sus ropas.
En el horno caliente ya se habían extinguido las llamas. Los panes estaban listos y sólo faltaba sacar las brasas. Austreberta metió la escoba, que se incendió de pronto y llenó el horno con fuego.
Austreberta, temiendo que el pan se quemara, cerró primero la puerta de la cocina y después, inclinándose entre las llamas, que no le hicieron ningún daño, limpió el interior del horno con sus manos y sacó el pan.
A la asombrada muchacha que había presenciado la escena le encargó que no dijera nada a nadie y después siguió con su tarea tranquilamente, sin ninguna quemadura en su cuerpo ni en sus ropas.
El fuego ha suscitado muchos rios de tinta a lo largo de la historia.
Un poeta Focilides, allá por el siglo VI decía:
Un poeta Focilides, allá por el siglo VI decía:
“El pueblo, el fuego y el agua no pueden ser domados nunca”
Pues eso... que no nos domen
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