viernes, 17 de febrero de 2012

EL EVANGELIO DEL 17 DE FEBRERO

VIERNES


EVANGELIO
Jesús llamó a la gente y a sus discípulos, y les dijo:

«El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Mirad, el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio la salvará.
Pues ¿de qué le sirve al hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida? ¿O qué podrá dar uno para recobrarla? Quien se avergüence de mí y de mis palabras, en esta generación descreída y malvada, también el Hijo del hombre se avergonzará de él, cuando venga con la gloria de su Padre entre los santos ángeles». Y añadió: «Os aseguro que algunos de los aquí presentes no morirán sin haber visto llegar el reino de Dios en toda su potencia».

Marcos 8, 34-39
COMENTARIO
El texto de hoy fue escrito tras la muerte de Jesús. El evangelista ya conocía la muerte que había padecido Jesús y sus circunstancias. La cruz no es tan sólo un cruel tormento inventado por los persas y adoptado por los romanos. La cruz posee un amplio simbolismo anterior a los romanos. La cruz es símbolo de la unión de elementos opuestos: Arriba-abajo, izquierda-derecha. O lo que es lo mismo: Cielo y Tierra; Oriente y Occidente. Era símbolo de la universalidad. 
Muchos autores de los primeros siglos del cristianismo, uniendo simbolismos ancestrales y la crucifixión histórica de Jesús, vieron en el la Cruz un signo de la Salvación universal traída por Jesús con su muerte. Una salvación que llega a todos los confines y dimensiones del mundo. El texto de hoy nos habla del comportamiento de los cristianos que deciden seguir a Jesús. Porque la ética de Jesús presenta dos vertientes muy distintas: Una es moderada y llena de misericordia para con los pobres y excluidos. La otra es una propuesta de vida exigente para los seguidores de Jesús. A éstos se les propone cambios de vida y conversión. El texto invita al creyente a: «negarse a sí mismo» y a «cargar con la cruz». 
Negarse a sí mismo. No en el sentido de atormentarse y reprimir la propia libertad, porque esto es sólo una forma de alienación. «Negarse a sí mismo» consiste en someter a crítica todos los ideales que la cultura del consumo nos han impuesto en lugar de la cultura de la solidaridad. Criticar todo ese conjunto de aspiraciones inútiles que nos hacen sufrir por lo que no tenemos y por lo que “deberíamos” tener. Negarse a sí mismo no es eliminar la personalidad, sino restablecerla a partir de los valores del evangelio. 
Cargar con la cruz y seguirlo. Pero no en el sentido de infligirse castigos corporales. Nunca lo pidió Jesús. Cargar con la cruz era la consecuencia de oponerse al Imperio romano. Los condenados por oposición al Imperio eran obligados a cargar con el instrumento del suplicio y transportar sobre los hombros el travesaño superior de la cruz. Negarse a sí mismo, cargar la cruz y seguirlo, significa ser críticos con la cultura que se nos impone de miles maneras y tener capacidad para buscar, con la guía de Jesús, alternativas que nos ayuden a vivir como personas en profundidad y en libertad solidaria. 

SABÍAS QUÉ?
Quien escribe este texto del evangelio, ya conoce la muerte que ha sufrido Jesús, y el camino que recorrió por las calles de Jerusalén hacia el Calvario cargado con la cruz.  La «cruz» era una forma de tortura persa adoptada por los romanos. El pueblo de Israel nunca aplicaba este tormento destinado a quitar la vida de los condenados entre horribles sufrimientos. El crucificado podía agonizar durante varios días. El final era siempre el mismo: la muerte por asfixia.
Para los primeros cristianos este tormento, sufrido por el Maestro, pasó a convertirse en el símbolo de los sufrimientos de Jesús y de la salvación Universal que trajo para la humanidad entera.

  


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