Al hilo de los textos evangélicos que hemos leído diariamente, conforme hemos empezado el escrito de San Marcos en la lectura ordinaria y cotidiana de la Eucaristía, iba cayendo en la cuenta un año más de cómo son siempre los mismos, leprosos, endemoniados, enfermos.... todos ellos,... el inmenso ejército a quienes Jesús coloca al frente de su proyecto. Todos tienen en común algo, a saber, no había sitio para ellos ni en el Templo ni en la Ley de los judíos de su tiempo. Templo y Ley, poder ejecutivo y legislativo del tiempo de Jesús, vivían ensimismados en su problema de productividad “espiritual”. Y dicha “productividad” no sólo era incapaz de integrar a los des-hechos por el “sistema”, sino que justificaban su marginalidad por el bien de todos los demás. ¿Quienes son en el siglo XXI los des-hechos? No parece difícil la respuesta. La realidad se encarga de evidenciarlo cada dia. Los deberes de esta semana quizás podrían consistir en descubrir entre todos quiénes son “la ley y el templo” de nuestra sociedad. Ley y templo que, no exentos de cinismo, siguen necesitando de las “víctimas” de la productividad para poder exhibirse con solvencia como garantes de un mundo “ajustado y ordenado”
Fco. Jesus Genestal Roche
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