lunes, 2 de enero de 2012

EL EVANGELIO DE HOY


LUNES,  2 de enero

EVANGELIO
Éste fue el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron desde Jerusalén sacerdotes y levitas a Juan a que le preguntaran: «¿Tú quién eres?» El confesó sin reservas: «Yo no soy el Mesías». Le preguntaron: «¿Entonces, qué? ¿Eres tú Elías?» Él dijo: “No lo soy”. “¿Eres tú el Profeta?”  Respondió: “No” Y le dijeron: “¿Quién eres? Para que podamos dar una respuesta a los que nos han enviado, ¿qué dices de ti mismo?” Él contestó: «Yo soy la voz que grita en el desierto: «Allanad el camino del Señor», como dijo el profeta Isaías». Entre los enviados había fariseos y le preguntaron: “Entonces, ¿por qué bautizas si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?” Juan les respondió: «Yo bautizo con agua; en medio de vosotros hay uno que no conocéis, el que viene detrás de mí, y al que no soy digno de desatar la correa de la sandalia». Esto pasaba en Betania, en la otra orilla del Jordán, donde estaba Juan bautizando.
COMENTARIO

El Evangelio de hoy nos presenta el testimonio de Juan Bautista, un profeta contemporáneo a Jesús, a quienes muchos confundieron con el Mesías esperado. Cuando le preguntaron sobre su propia identidad, en nombre de las autoridades religiosas de su tiempo, Juan Bautista no vaciló en afirmar categóricamente que él no era ni el Mesías, ni algún profeta vuelto a la vida, sino la humilde voz que clama para que las personas abran caminos a la presencia de Dios
Juan Bautista se apartó muy pronto de las enseñanzas de la secta de Qumrán y otros eremitas del desierto con los que se había criado seguramente desde los cinco años. Comenzó a predicar como un profeta. Llevaba el «manto de pelos de camello» propio de los profetas. Y se alimentaba de lo que podía obtener en el desierto por sus medios: «saltamontes y miel silvestre». Esta expresión significa que quien vive de esta forma, no acepta ni pan ni regalos, para no estar en deuda con nadie y mantener la libertad. Así habían hecho los profetas más austeros del Antiguo Testamento. La descripción que hace el evangelio de Juan Bautista es la que se hace del gran profeta Elías en los textos del Antiguo Testamento.
Aunque el bautismo fue un rito practicado con profusión en el antiguo Oriente, Juan Bautista lo asume como signo para expresar un cambio de vida. Los discípulos de Juan Bautista, eran sumergidos primeramente en el agua del Jordán, luego proclamaban públicamente sus pecados y Juan Bautista les indicaba qué debían hacer para mejorar su vida. Jesús de Nazareth aceptó este Bautismo, y Juan vio en él al futuro Mesías. Los cristianos debemos aprender la lección de Juan Bautista: No debemos interponernos entre Jesús y los humildes hermanos suyos que esperan su palabra y su liberación. No debemos pretender ser los protagonistas. Debemos ser simplemente la voz humilde que anuncia la buena noticia de Jesús. 

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