lunes, 8 de diciembre de 2025

EVANGELIO DEL LUNES 8 DE DICIEMBRE. FIESTA DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN DE MARÍA

 



EVANGELIO
El ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María. El ángel, entrando en su presencia, dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo». Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél. El ángel le dijo: «No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin».Y María dijo al ángel: «¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?». El ángel le contestó: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios.Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible». María contestó: «Aquí está la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra».Y la dejó el ángel.
Lucas  1, 26-38


COMENTARIO

El relato de la Anunciación (Lc 1,26-38) nos sitúa ante una escena de luz, pero también ante una historia marcada por silencios y asimetrías. A lo largo de la tradición bíblica, la mujer ha sido con frecuencia sometida a un examen más duro, observada desde un ideal que la obliga a la humildad, a la disponibilidad, a una pureza casi imposible. Solo cuando encarna esas virtudes su palabra se escucha y su misión se reconoce. 


El varón, sin embargo, camina por la Escritura con una sorprendente amplitud de margen: Pedro puede negar, Tomás puede dudar, Santiago y Juan pueden ambicionar lugares de poder… y, aun así, siguen siendo protagonistas legitimados. Esta desigualdad atraviesa siglos de interpretación.


Si leyéramos la fiesta de la Inmaculada desde esa lógica, parecería casi una carga añadida para las mujeres de hoy: ¿por qué “había de ser purísima quien iba a llevar a Cristo”, como proclama el prefacio? ¿Por qué lo femenino debe presentarse libre de toda grieta mientras lo masculino recibe indulgencias constantes? ¿Por qué la misión de una mujer parece exigir perfección previa mientras la misión de un hombre admite fragilidad que luego será perdonada?

Pero la verdad profunda de la Inmaculada no nace del peso de un ideal impuesto a María, sino del gesto liberador de Dios hacia la humanidad entera. 


Esta solemnidad no quiere colocar a la mujer en un pedestal inalcanzable —esa es la trampa con la que tantas veces se la ha neutralizado— sino revelar lo que Dios sueña para todo ser humano. Como escribió san Ireneo: “El nudo de Eva fue desatado por María”; pero no para contraponer dos mujeres, sino para mostrar cómo Dios reescribe la historia empezando por quienes han sido más relegadas.

Duns Scoto, al formular su célebre “Potuit, decuit, ergo fecit” —“Dios podía preservarla, convenía hacerlo, luego lo hizo”—, no estaba defendiendo un privilegio moral, sino la primacía del amor redentor de Cristo. María no es “más” para que otras mujeres sean “menos”. 


Es la primera redimida, no la única; es anticipo de una humanidad que Dios libera desde sus raíces, no excepción que encierra a la mujer en un molde imposible.

Visto así, lo femenino deja de ser un terreno donde se exige perfección y se convierte en un espacio donde Dios revela la dignidad humana sin condiciones. San Efrén llamaba a María “tierra intacta”, no para reducirla a un lienzo pasivo, sino para mostrar que en ella Dios derriba la violencia simbólica que durante siglos se ha proyectado sobre el cuerpo de la mujer: ella es sujeto, escucha, pregunta, discierne y responde desde su libertad.


La fiesta de la Inmaculada no celebra una mujer idealizada, sino un ser humano llena de gracia, capaz de decir  . En María queda claro que el pecado —ese destino que tantas veces se ha usado para culpabilizar lo femenino— no es una obligación inscrita en la carne humana, sino solo una posibilidad. La humanidad, femenina y masculina, nace “llena de gracia”.


Por eso hoy, cuando escuchamos “Alégrate, llena de gracia”, podemos escuchar una propuesta divina: mujer, hombre, humanidad entera: no estás hecha para la culpa, sino para la plenitud.


Mirar a María Inmaculada es contemplar en ella no la excepción que corrige a la mujer, sino la promesa que libera a todo ser humano.

 

 

domingo, 7 de diciembre de 2025

EVANGELIO DEL DOMINGO 4 DE DICIEMBRE. SEMANA 2 DEL TIEMPO DE ADVIENTO




EVANGELIO
Por aquel tiempo, Juan Bautista se presentó en el desierto de Judea, predicando: «Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos.»
Éste es el que anunció el profeta Isaías, diciendo: «Una voz grita en el desierto: "Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos."» 
Juan llevaba un vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura, y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre. Y acudía a él toda la gente de Jerusalén, de Judea y del valle del Jordán; confesaban sus pecados; y él los bautizaba en el Jordán. 
Al ver que muchos fariseos y saduceos venían a que los bautizará, les dijo: «¡Camada de víboras!, ¿quién os ha enseñado a escapar del castigo inminente? Dad el fruto que pide la conversión. Y no os hagáis ilusiones, pensando: "Abrahán es nuestro padre", pues os digo que Dios es capaz de sacar hijos de Abrahán de estas piedras. Ya toca el hacha la base de los árboles, y el árbol que no da buen fruto será talado y echado al fuego. Yo os bautizo con agua para que os convirtáis; pero el que viene detrás de mí puede más que yo, y no merezco ni llevarle las sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego. Él tiene el bieldo en la mano: aventará su parva, reunirá su trigo en el granero y quemará la paja en una hoguera que no se apaga.»

Mateo 3, 1-12

sábado, 29 de noviembre de 2025

EVANGELIO DEL DOMINGO 30 DE NOVIEMBRE. DOMINGO 1 DE ADVIENTO


EVANGELIO
Ahora bien, lo que pasó en tiempos de Noé pasará en la llegada del Hijo del hombre;   es decir, lo mismo que en los días antes del diluvio la gente comía, bebía y se casaba, hasta el día en que Noé entró en el arca y, estando ellos desprevenidos, llegó el diluvio y arrambló con todos, así sucederá también en la llegada del Hijo del hombre.
Entonces, dos hombres estarán en el campo: a uno se lo llevarán y a otro lo dejarán; dos mujeres estarán moliendo: a una se la llevarán y a otra la dejarán.
Por tanto, estad en vela,  pues no sabéis qué día va a llegar vuestro Señor.
Ya comprendéis que si el dueño de casa supiera a qué hora de la noche va a llegar el ladrón, se quedaría en vela y no lo dejaría abrir un boquete en su casa.

Pues estad también vosotros preparados, que cuando menos lo penséis llegará el Hijo del hombre.

Mateo 24, 37-44




jueves, 20 de noviembre de 2025

EVANGELIO DEL JUEVES 20 DE NOVIEMBRE. SEMANA 32 DEL TIEMPO ORDINARIO



EVANGELIO
En aquel tiempo, al acercarse Jesús a Jerusalén y ver la ciudad, le dijo llorando: «¡Si al menos tú comprendieras en este día lo que conduce a la paz! Pero no: está escondido a tus ojos. Llegará un día en que tus enemigos te rodearán de trincheras, te sitiarán, apretarán el cerco, te arrasarán con tus hijos dentro, y no dejarán piedra sobre piedra. Porque no reconociste el momento de mi venida.»

Lucas   19, 41-44

domingo, 9 de noviembre de 2025

EVANGELIO DEL DOMINGO 9 DE NOVIEMBRE. DEDICACIÓN BASÍLICA SAN JUAN DE LETRÁN Y DIA DE LA IGLESIA DIOCESANA


EVANGELIO
Se acercaba la Pascua de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén.
Y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados; y, haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del templo, ovejas y bueyes; y a los cambistas les esparció las monedas y les volcó las mesas; y a los que vendían palomas les dijo: «Quitad esto de aquí; no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre.»
Sus discípulos se acordaron de lo que está escrito: «El celo de tu casa me devora.»
Entonces intervinieron los judíos y le preguntaron: «¿Qué signos nos muestras para obrar así?»
Jesús contestó: «Destruid este templo, y en tres días lo levantaré.»
Los judíos replicaron: «Cuarenta y seis años ha costado construir este templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?»
Pero él hablaba del templo de su cuerpo. Y, cuando resucitó de entre los muertos, los discípulos se acordaron de que lo había dicho, y dieron fe a la Escritura y a la palabra que había dicho Jesús.
Juan   2, 13-22

miércoles, 15 de octubre de 2025

SANTA TERESA DE JESÚS. EL EVANGELIO DEL 15 DE OCTUBRE.



EVANGELIO
En aquel tiempo, exclamó Jesús: «Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, así te ha parecido mejor. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera.»

Mateo   11, 25-30
COMENTARIO

En este pasaje, Jesús se revela como el rostro compasivo de Dios que conoce el cansancio humano desde dentro. No promete eliminar el peso de la vida, sino compartirlo. El alivio que ofrece no es evasión, sino comunión: es el descanso que brota del amor que acompaña, no del poder que interviene.

El cristiano maduro, como sugiere el texto, no es aquel que acude al Dios todopoderoso buscando una solución mágica a su angustia, sino el que aprende a descubrir a Dios en medio del propio cansancio, en la experiencia del límite, del fracaso y del silencio. Jesús mismo conoció la impotencia y el abandono en la cruz; y precisamente ahí, en esa “ausencia”, se revela la profundidad de su entrega. Por eso tenemos también nosotros un “derecho al cansancio y al agobio”: no como derrota, sino como parte del camino de fidelidad y humanidad que nos une a Él.

La expresión “mi carga es ligera” puede entenderse mejor, no tanto como “carga sin peso”, sino como “carga que aligera”. Es decir, una responsabilidad que da sentido, un peso que sostiene. Como un paracaídas: sin él, la caída sería mortal; con él, aunque el vértigo y el miedo permanezcan, la carga se convierte en salvación.

Así es la carga de Cristo: no elimina la gravedad de la existencia, pero transforma su dirección. Nos enseña a aterrizar con esperanza, a confiar en medio del descenso. Su yugo —que es el amor, la misericordia y la entrega— no nos libra de la vida, sino que nos permite vivirla con hondura y libertad.

Seguir a Jesús, entonces, no significa escapar del cansancio, sino aprender a encontrar descanso en medio del trabajo; no librarse de la carga, sino dejar que esa carga nos haga más ligeros, más humanos, más hermanos.

PD: Santa Teresa de Jesús, a quien recordamos hoy, tiene un fragmento memorable en el Libro de la Vida, donde afirma que los confesores de entonces (algunos al menos) se dedicaban a agobiar y a echar fardos pesados sobre los demás. Un buen aviso el que nos da la santa para que huyamos de aquellos "pseudoacompañantes" de la fe que "inquietan mucho" y hacen sufrir; leed el texto si tenéis un rato. 

Felicidades a las Teresas.

Texto:
No entiendo estos miedos, ¡ demonio, demonio ! donde podemos decir ¡Dios, Dios! y hacerlos temblar. Qué es esto. Es sin duda que tengo mas miedo a los que tanto miedo le tienen al demonio que a él mismo porque él no me puede hacer nada; y estos otros, en especial si son confesores, inquietan mucho y he pasado algunos años de tan gran trabajo que ahora me espanto como lo he podido sufrir.

(Libro de la Vida, XXV, 22)