viernes, 30 de agosto de 2024

PARROQUIAS DE ALCADOZO Y LIÉTOR. EVANGELIO DEL VIERNES 30 DE AGOSTO. SEMANA 21 DEL TIEMPO ORDINARIO






EVANGELIO
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola:
- «Se parecerá el reino de los cielos a diez doncellas que tomaron sus lámparas y salieron a esperar al esposo.
Cinco de ellas eran necias y cinco eran sensatas.
Las necias, al tomar las lámparas, se dejaron el aceite; en cambio, las sensatas se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas.
El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron.
A medianoche se oyó una voz: "¡Que llega el esposo, salid a recibirlo!"
Entonces se despertaron todas aquellas doncellas y se pusieron a preparar sus lámparas.
Y las necias dijeron a las sensatas:
"Dadnos un poco de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas."
Pero las sensatas contestaron:
"Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os lo compréis."
Mientras iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas, y se cerró la puerta.
Más tarde llegaron también las otras doncellas, diciendo "Señor, Señor, ábrenos."
Pero él respondió: "Os lo aseguro: no os conozco."
Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora.»

Mateo 25, 1-13


domingo, 25 de agosto de 2024

EVANGELIO DEL DOMINGO 25 DE AGOSTO. SEMANA 21 DEL TIEMPO ORDINARIO


EVANGELIO
En aquel tiempo, muchos discípulos de Jesús, al oírlo, dijeron: 
–Este modo de hablar es inaceptable, ¿quién puede hacerle caso ?
Adivinando Jesús que sus discípulos lo criticaban les dijo:
–¿Esto os hace vacilar?, 

¿y si vierais al Hijo del Hombre subir adonde estaba antes? El espíritu es quien da vida; la carne no sirve de nada. Las palabras que os he dicho son espíritu y son vida. Y con todo, algunos de vosotros no creen.
Pues Jesús sabía desde el principio quiénes no creían y quién lo iba a entregar. Y dijo:
–Por eso os he dicho que nadie puede venir a mí, si el Padre no se lo concede.
Desde entonces muchos discípulos suyos se echaron atrás y no volvieron a ir con él.
Entonces Jesús les dijo a los Doce:
–¿También vosotros queréis marcharos?
Simón Pedro le contestó:
–Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna; nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo consagrado por Dios.


Juan  6, 60-69

COMENTARIO

Hoy nos despedimos de San Juan tras este largo discurso del "pan de vida". Y ahora, al final, nos damos cuenta de que el evangelista ha “jugado” con nosotros. 

Lo que empezó como una “apabullante performance”, la multiplicación de los panes, donde la abundancia de pan y de gente hacía presagiar una exitosa carrera “mesiánica” de Jesús, acaba hoy con una dosis de realismo “enternecedor”: "¿esto os hace vacilar?...¿también vosotros queréis marcharos?"

San Juan ha jugado con nosotros. De hecho, todo su evangelio es un juego de "gloria" y "miseria". Nos subió a la “gloria” con un mesías al que era muy difícil “no seguir”, pero poco a poco, “personalizando el mensaje”, nos ha colocado en la tesitura de la elección: “Tu tienes que ser pan,   tu tienes que dejarte comer, tu eres un poco mesías también”

Y eso, para los judíos era intolerable e inaceptable. El dios todopoderoso que había pasado a cuchillo a los ejércitos enemigos, ¡cómo va a decirnos ahora que es mejor dejarse morder que ir por la vida mordiendo! Inaceptable.

Hoy nos sigue pasando lo mismo… También tenemos nuevos momentos de multiplicación de expectativas donde acudimos más de cinco mil personas (como cuando los “panes y los peces”). 

Pero al final… la “decisión” no ocurre allí. Ocurre en el monte de tu corazón, en lo privado, allí donde uno deja los “ropajes” que le representan como un “personaje” de la trama eclesial, y se encuentra “desnudo”, más que con su cuerpo limpio; y allí tienes que volver a escuchar la pregunta:

“… ¿estás dispuesto a dejarte morder?.... ¿o eres de los que muerden en la vida?”.

La Palabra nos propone dos respuestas:

“…Este modo de hablar es intolerable…”

o bien,

“… Señor… ¿a quién voy a acudir?”


"La fe es un regalo de Dios al que se responde con una decisión de cada persona (D. Bonhoeffer)