lunes, 19 de mayo de 2025

EVANGELIO DEL LUNES 19 DE MAYO. SEMANA 5 DEL TIEMPO DE PASCUA




EVANGELIO
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «El que acepta mis mandamientos y los guarda, ése me ama; al que me ama lo amará mi Padre, y yo también lo amaré y me revelaré a él.»
Le dijo Judas, no el Iscariote: «Señor, ¿qué ha sucedido para que te reveles a nosotros y no al mundo?»Respondió Jesús y le dijo: «El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él. El que no me ama no guardará mis palabras. Y la palabra que estáis oyendo no es mía sino del Padre que me envió. Os he hablado de esto ahora que estoy a vuestro lado, pero el Defensor, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho.»
Juan   14, 21-26

COMENTARIO

Jesús nos deja una promesa profundamente espiritual: “me revelo a quien me ama y guarda mi palabra”. 


No se trata de un privilegio reservado a unos pocos elegidos, sino de una invitación abierta a quien vive desde el amor y la fidelidad. Dios se revela no al que aparenta, sino al que busca sinceramente. 


Como decía Picasso, “la inspiración existe, pero tiene que encontrarte trabajando”; de modo similar, la presencia de Dios se hace visible en quien permanece vigilante, con el corazón dispuesto y las manos abiertas.


Por eso, creo que generan desconfianza las personas que van por la vida envueltos en luces artificiales, pretendiendo haber alcanzado alturas espirituales sin haber caminado el valle de la humildad. 


La fe verdadera florece en la persona que ha cultivado la sensibilidad, esa que se manifiesta en ternura, misericordia y compasión. 


Sin estas actitudes, la presencia de Dios pasa desapercibida, por más que Él nunca deje de mostrarse.


La historia humana es el lugar donde Dios sigue revelándose. Pero solo quien afina el oído del alma logra percibir su voz. 


Pilato, por poner un ejemplo,  no fue un monstruo, pero su indiferencia lo volvió ciego. En cambio, los sencillos de corazón, aun sin grandes palabras, llegan a tener experiencia de Dios.









sábado, 17 de mayo de 2025

EVANGELIO DEL DOMINGO 18 DE MAYO. SEMANA 5ª DEL TIEMPO DE CUARESMA.

EVANGELIO
Cuando salió judas del cenáculo, dijo Jesús:
–Ahora es glorificado el Hijo del Hombre y Dios es glorificado en él. (Si Dios es glorificado en él, también Dios lo glorificará en sí mismo: pronto lo glorificará).
Hijos míos, me queda poco de estar con vosotros.
Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros como yo os he amado. La señal por la que conocerán que sois discípulos míos, será que os amáis unos a otros.

Juan   13, 31-35

COMENTARIO

Cuando San Juan pone por escrito estas palabras de Jesús, palabras que indudablemente recuerda tras haberle acompañado a lo largo y ancho de toda su experiencia de discipulado, está claro que aquella primera comunidad vive entre “dos miedos”. 

El miedo procedente del exterior porque las persecuciones a los cristianos comienza a tomar cuerpo, y el miedo procedente del interior porque empiezan a no ponerse de acuerdo entre ellos sobre cómo seguir construyendo el cristianismo (dicho en otras palabras, aparecen las envidias, los orgullos y toda esa red de inconvenientes comunitarios).

Resulta magistral que, ante esa situación, el evangelista ponga en boca de Jesús dos sentimientos.

En primer lugar, la sensación de sentir que los momentos de conflicto han de ser vividos como momentos de grandeza, de fidelidad, de firmeza. Estar en la gloria no es signo de comodidad o de estar rodeado de “nubecitas como algodones”. Estar en la gloria es oportunidad para mantenerse firme en las convicciones.

En segundo lugar, ante los conflictos internos, Jesús invita a prescindir de todo y a colocar todo en segundo lugar, porque lo importante es amarse.  

Jesús fue un buen ejemplo de vivir en esa clave. A él no le importó colocar en segundo lugar el código civil judío, el código penal y el código religioso. A Jesús le interesaban las personas, y más aún el fondo de las personas, aquello que a simple vista no se ve, porque todos tenemos unas cuantas capas de aderezo y disimulo. Más allá de todo eso, hay un ser humano digno de ser amado.

Cuando traemos el texto al hoy de nuestra vida creo que esta es la  gran aportación que nos hace. No hay que buscar el conflicto, pero si entramos en conflicto con otras maneras de vivir y otras maneras de vivir entran en conflicto con lo que propone la fe, pues nada, … se habla, se dialoga y se defienden las convicciones. El cristianismo sólo puede estar hecho de hombres y mujeres dialogantes. Lo contrario es cabezonería e intransigencia adolescente.

Y finalmente podríamos incluso afirmar que Jesus se atrevió a decir que el amor es la única religión auténtica, es decir, el amor es un sentimiento que nos re-liga con Dios. 

Amándonos nos sumergimos en la experiencia de Dios. Por tanto, todo sentimiento que nos aleje de esa experiencia nos convierte en mediocres habitantes de una historia mal vivida.

Evidentemente, a nadie se le puede obligar a amar. Pero, por la misma razón, triste es la persona que se pierde tal sentimiento.

viernes, 16 de mayo de 2025

EVANGELIO VIERNES 16 DE MAYO, SEMANA 4ª DEL TIEMPO DE PASCUA.


EVANGELIO

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: - No perdáis la calma: creed en Dios y creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas estancias, y me voy a prepararos sitio. Cuando vaya y os prepare sitio, volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo, estéis también vosotros. Y adonde yo voy, ya sabéis el camino. Tomás le dice: - Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo podemos saber el camino? Jesús le responde: - Yo soy el camino, y la verdad, y la vida. Nadie va al Padre, sino por mí.

Juan   14, 1-6

miércoles, 7 de mayo de 2025

EVANGELIO DEL MIÉRCOLES 7 DE MAYO. SEMANA 3 DEL TIEMPO DE PASCUA


EVANGELIO
En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: - «Yo soy el pan de la vida. El que viene a mí no pasará hambre, y el que cree en mí nunca pasará sed; pero, como os he dicho, me habéis visto y no creéis.
Todo lo que me da el Padre vendrá a mí, y al que venga a mí no lo echaré afuera, porque he bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado. Ésta es la voluntad del que me ha enviado: que no pierda nada de lo que me dio, sino que lo resucite en el último día. Esta es la voluntad de mi Padre:'que todo el que ve al Hijo y cree en él tenga vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día.»

Juan   6, 35-40