domingo, 1 de junio de 2025

EVANGELIO DEL DOMINGO 1 DE JUNIO. FIESTA DE LA ASCENSIÓN

 



EVANGELIO
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
–Así estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día y en su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén.
Y vosotros sois testigos de esto. Yo os enviaré lo que mi Padre ha prometido; vosotros quedaos en la ciudad, hasta que os revistáis de la fuerza de lo alto.
Después los sacó hacia Betania, y levantando las manos, los bendijo.
Y mientras los bendecía, se separó de ellos subiendo hacia lo alto.
Ellos se volvieron a Jerusalén con gran alegría y estaban siempre en el templo bendiciendo a Dios.
Lucas  24, 46-53

COMENTARIO

En el evangelio de Lucas leemos una frase reveladora: “Y mientras los bendecía, se separó de ellos”. Estas palabras, aparentemente simples, encierran una profunda pedagogía de Jesús. Él no se aferra a sus discípulos, no los retiene bajo su sombra, sino que los bendice y se retira. Su separación no es abandono, sino impulso: al irse, les da espacio para que crezcan, asuman responsabilidades y se conviertan en protagonistas de su propia fe.

Este gesto nos habla también de una verdad humana fundamental: solo crecemos cuando alguien amorosamente se retira para dejarnos espacio. Saber retirarse es un acto de madurez y de generosidad. En el camino espiritual, esto se traduce en comprender que una religión que se reduce a buscar protección constante no es plenamente cristiana. El cristianismo no infantiliza; al contrario, propone una fe que madura en la libertad, la decisión y la responsabilidad personal.

Jesús no quiere seguidores dependientes, sino hombres y mujeres capaces de sostener su fe en medio de la vida real, con sus desafíos, sus dudas y, muchas veces, su soledad. Esa es la confianza que Él deposita en nosotros al retirarse: confía en que, con su Espíritu, sabremos continuar su obra.

Por eso, este evangelio nos invita también a una pregunta exigente: ¿ante qué personas o situaciones debería yo retirarme, no por desinterés, sino para permitir que el otro crezca? ¿A qué formas de control, dependencia o protagonismo personal debo renunciar para que surjan comunidades verdaderamente responsables y libres? Así como Jesús se retiró bendiciendo, nosotros también podemos hacernos a un lado con amor, para que el otro pueda levantarse, decidir y vivir su fe con madurez.

Como escribió Emmanuel Mounier: “La presencia verdadera no se impone, se retira lo justo para dejar al otro ser.”

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