viernes, 26 de abril de 2024

EVANGELIO VIERNES 26 DE ABRIL, SEMANA 4ª DEL TIEMPO DE PASCUA.


EVANGELIO

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: - No perdáis la calma: creed en Dios y creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas estancias, y me voy a prepararos sitio. Cuando vaya y os prepare sitio, volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo, estéis también vosotros. Y adonde yo voy, ya sabéis el camino. Tomás le dice: - Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo podemos saber el camino? Jesús le responde: - Yo soy el camino, y la verdad, y la vida. Nadie va al Padre, sino por mí.

Juan   14, 1-6

COMENTARIO


A pesar de que el cielo no es un espacio, aún seguimos manteniendo la predicación en tales términos, y todavía seguimos hablando del aquí y del allí como del espacio propio de la vida y de la otra vida, una vez trans-pasado el acontecimiento de la muerte y acontecida la reurrección

 

Pero esta manera de hablar es equívoca.  Para que decir del purgatorio!, como ese espacio intermedio, que no está ni aquí ni allí, pero que debe doler mucho, a resultas de la contumacia de ciertos predicadores de periferia, incapaces de hablar con sensatez de algo tan bello como la esperanza cristiana.

 

Que el cielo no es un lugar ya lo dijo Juan Pablo II : “El cielo no es lugar físico entre las nubes, sino una relación viva y personal con Dios”.

 

Benedicto XVI, mucho más fino que Juan Pablo II, y parafraseando a San Agustín, dice: “¿Qué es eso del cielo ¿ y ¿dónde está el cielo?... El cielo no pertenece a la geografía del espacio, sino a la geografía del corazón. Y el corazón de Dios, en la Noche santa, ha descendido hasta un establo: la humildad de Dios es el cielo. Y si salimos al encuentro de esta humildad, entonces tocamos el cielo. Entonces, se renueva también la tierra”. (Benedicto XVI, homilía 25-XII-2007). 


Qué cosa más bella!...El cielo, como aquello que pertenece a la geografía del corazón. El cielo como la humildad de Dios, es decir: Jesús.

 

A estos dos eminentísimos Papas les agradecemos enormemente su aportación para aclarar tanto malentendido de fe en este sentido. También es verdad que basta leer la biblia con un poco de sensatez para llegar a esa conclusión: preguntado Jesús por el “lugar” al que se dirigía para “prepararnos sitios” su respuesta fue magistral: Tomás, el lugar soy Yo, “yo soy el camino, la verdad y la vida”.

 

Decía San Agustín que “el justo puede llamarse cielo” (Serm. in monte II 5, 7). Y es verdad. 


De cada  persona que va dejándose acoger por el camino, la verdad y la vida de Jesús, es decir, por su manera de vivir, decimos que el cielo es también ella.  


Si la muerte es la vida cumplida al estilo de Jesús, el cielo es dicha entrega y dicho cumplimiento.

 

 

 

 

 

 

 


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