En aquel tiempo, entró Jesús otra vez en la sinagoga, y había allí un hombre con parálisis en un brazo. Estaban al acecho, para ver si curaba en sábado y acusarlo. Jesús le dijo al que tenía la parálisis: «Levántate (εγειραι)y ponte ahí en medio.» Y a ellos les preguntó: «¿Qué está permitido en sábado?, ¿hacer lo bueno o lo malo?, ¿salvarle la vida a un hombre o dejarlo morir?» Se quedaron callados. Echando en torno una mirada de ira, y dolido de su obstinación, le dijo al hombre: «Extiende el brazo.» Lo extendió y quedó restablecido. En cuanto salieron de la sinagoga, los fariseos se pusieron a planear con los herodianos el modo de acabar con él.
Marcos 3, 1-6
COMENTARIONo dejes de mirar la palabra que está en rojo en el texto. Con toda la autoridad del mundo podríamos traducir
esta palabra por "¡Resucita!".
Por eso en el texto de hoy hay un milagro "visible" y
otro "oculto". El visible es "uno más" de los realizados
por Jesús; en este caso se trata de la curación de una mano atrofiada.
El "oculto" es más sugerente. La enfermedad, según la
cultura judía, no solo afectaba al cuerpo físico sino también al cuerpo social.
El enfermo tenía ciertos grados de impureza que había de purificar según los
ritos prescritos. De alguna forma los enfermos, que por estarlo se les suponía
pecadores, sufrían una incómoda e injusta marginación de la convivencia
cotidiana.
Jesús viene a decirle a este hombre: "la Ley divina y sus jueces te están machacando, pero yo te digo
que te levantes, que resucites, que vivas". Y la expresión
"levántate" (resucita), se la dice antes de curarlo. Este es el
milagro oculto.
Cuando traemos el texto al hoy de nuestra vida, tengo la sensación
de que de el podemos extraer formas sanas e insanas de religión. Son formas
insanas aquellas que hurgan permanentemente en nuestras heridas (que
todos las tenemos) pero no nos ofrecen caminos de sanación
razonables.
La religión es sana cuando, de entrada, te dice: "estoy de tu
parte, cuento contigo, cuenta tu conmigo, y ahora te acompaño, sin prisas, en
tu proceso de sanación".
Digo sin prisas porque no es fácil detectar las atrofias y
parálisis que tenemos.
Agradeces entonces a quien se pone tu lado y te acompaña, sin más.
Probablemente nosotros no tenemos la autoridad (fuerza) de Jesús para decir
"levántate", pero sí que podemos humildemente expresar nuestro deseo
de ser simplemente "compañeros de camino" en este peregrinaje
cotidiano que es vivir.
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