EVANGELIO
En el modo de pensar del judaísmo abrahámico los que tenían familia (descendencia) y tierra (tierra prometida) eran bendecidos por dios; los demás eran “malditos”. El destierro y la esterilidad era maldición. Así las cosas, familia y tierra vendrían a ser para los judíos elementos no pocas veces idolátricos.
Jesús, por tanto, en el evangelio de hoy invierta el catálogo de bendiciones judías y viene a decir que aquellos que han puesto su confianza en la “familia” y en la “tierra” (posesiones-riquezas), son los malditos, es decir son los que no son dignos de ser discípulos de él.
Los auténticos discípulos de Jesús son aquellos a quienes la religión oficial judía declara como malditos: los que no tienen familia (del linaje de David) y los que no han heredado la tierra prometida (los paganos de entonces).
Cuando traemos el texto al hoy de nuestra vida, nosotros no podemos pensar que el maestro de Galilea nos está diciendo que dejemos a su suerte a nuestra familia, y nos embarquemos en una nave evangelizadora que nos coloque en el papel de protagonistas heroicos del anuncio evangélico.
Cuando re-codificamos culturalmente este texto la pregunta es qué elementos tiene nuestro entorno que genera situaciones excluyentes como en otro tiempo las generaba la “familia” y la “tierra” judía.
Probablemente cada uno de nosotros tengamos que hacer nuestra lista de “exclusiones”, es decir, la lista de cosas que hemos de "posponer" si queremos intentar un seguimiento digno del maestro de Galilea.
Y aquí, el catálogo es tan personal como lectores tenga el blog. Todo el mundo alberga en su interior una lista de sentimientos, ideas, manías, cabezonerías, intransigencias.... que no pocas veces los hacemos centro de nuestra vida y nos ciegan.
El texto es una llamada de atención para no perder nuestra capacidad autocrítica frente a todas las idolizaciones existenciales que tanto nos deshumanizan.
Ciertamente el mensaje de hoy es muy exigente, pero muy realista si queremos devolver cordura a las locuras de nuestro mundo.
La invitación de Jesús (con las imágenes de la torre y de la batalla) a “calcular” nuestras fuerzas para tal empresa, es una llamada al realismo paciente a la hora de ir afrontando nuestra fidelidad al evangelio.
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