domingo, 16 de julio de 2023

EVANGELIO DEL DOMINGO 16 DE JULIO. SEMANA 15 DEL TIEMPO ORDINARIO.


EVANGELIO
Aquel día, salió Jesús de casa y se sentó junto al mar. Y acudió a él tanta gente que tuvo que subirse a una barca; se sentó y toda la gente se quedó de pie en la orilla. Les habló muchas cosas en parábolas:
«Salió el sembrador a sembrar. Al sembrar, una parte cayó al borde del camino; vinieron los pájaros y se la comieron. Otra parte cayó en terreno pedregoso, donde apenas tenía tierra, y como la tierra no era profunda brotó enseguida; pero en cuanto salió el sol, se abrasó y por falta de raíz se secó. Otra cayó entre abrojos, que crecieron y la ahogaron. Otra cayó en tierra buena y dio fruto: una, ciento; otra, sesenta; otra, treinta.
El que tenga oídos, que oiga».
Mateo 13, 1-9

COMENTARIO

El evangelio de hoy, en su versión breve, que es la que nosotros presentamos, es probablemente uno de los texto más expresivos del Nuevo Testamento. Un texto muy comentado y bucólicamente muy traído y llevado no si ciertos intereses evangelizadores de baja densidad.

En el fondo Jesús querría preguntarle a sus discípulos si "les traía cuenta" ser discípulos suyos. La parábola es un contraste sobre el fruto que estaba dando aquella primera comunidad de seguidores: "¿Os están saliendo las cuentas del vivir?..¿sois felices?...¿está dando fruto vuestra vida?..."

La respuesta a esa pregunta habitualmente supone el equilibrio entre tres actitudes que conviven en nosotros.

 En primer lugar la actitud del cuidador: cuidar la vida, cuidar tu entorno, cuidar los alrededores existenciales de tu historia...todo eso da buena cuenta de la vida. Cuando uno puede decir al final del día que ha cuidado lo que le rodea, uno puede decir que es feliz. La semilla... está dando fruto. Ser cuidador es estar empleando bien tu vida.

Pero paralelo a esto, también está la actitud del depredador. El depredador se cuida. Y no es malo cuidar(se), siempre y cuando no vayas dejando un rastro destructor tras de ti. No pocas veces una mira a su alrededor y junto  a su estabilidad también descubre los platos que ha tenido que romper para llegar donde estás. Cuando uno hace recuento y valora las ideas que se te han caído por el camino, los amigos que has dejado perder y los sentimientos que han endurecido tu corazón... caes en la cuenta que junto al noble intento de cuidar(te) has tejido una red de deshechos discutibles. Ahora los frutos, honradamente, son amargos, porque el ¡sálvese quién pueda! se convertido en el motivo de tu vida.

Y en tercer lugar está la actitud el mantenedor. No pocas veces nuestra lucha es mantener el status. Quedarme así; no bajar de lo conseguido. El mantenedor es un calculador. No sueño ni con el treinta, ni con el sesenta ni por el ciento por uno. ¡Para qué!

Estoy convencido de que en nuestro corazón interior coinciden el cuidador, el depredador y el mantenedor, y el fruto que somos cada uno de nosotros depende de la preponderancia de una u otra actitud.

¿Cual de ellas está más presente actualmente en mi vida? ¿Cómo va la cosecha de tu propia siembra?





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