martes, 20 de junio de 2023

EVANGELIO DEL MARTES 20 DE JUNIO. SEMANA 11 DEL TIEMPO ORDINARIO.



EVANGELIO
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Habéis oído que se dijo: “Amarás a tu prójimo” y aborrecerás a tu enemigo. Yo, en cambio, os digo: Amad a vuestros enemigos, y rezad por los que os persiguen. Así seréis hijos de vuestro Padre que está en el cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos. Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y si saludáis sólo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los gentiles? Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto.»

Mateo 5, 43-48

COMENTARIO

“Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto”… 

Tengo la sensación de que el Maestro de Galilea, con esa frase, nos invita a crecer; perfección no es “perfeccionismo”; hacer perfecta nuestra vida es “completarla” cada día un poquito más, de tal forma que lo que ayer era un mérito (“si amáis a los que os aman”), hoy ya no lo es (“¿qué premio tendréis?”). 

En este sentido la llamada a la perfección es una llamada a la plenitud, entendida como camino, más que al "perfeccionismo maniático"

Reconozco que cada vez soy más crítico de los terapeutas de gabinete o de los confesores de confesonario, es decir de aquellos que pretenden aislar el “objeto” de nuestras imperfecciones para poder catalogarlas y “erradicarlas”. Eso es una misión imposible. 

La ambigüedad de la vida (“seréis hijos de vuestro Padre que está en el cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos)” nos permite cada día cuidarnos y comprendernos mutuamente. La vida se convierte entonces en un proyecto comunitario de crecimiento, y los errores que cometemos o las imperfecciones que tenemos, se tratan de ocasiones de crecimiento, y por eso mismo trampolín que nos catapulta hacia la perfección (“donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia”, Romanos 5, 20).

No podemos exigirle a nadie eso del “amor a los enemigos”, pero si que podemos invitarnos mutuamente a un proyecto de excelencia ética donde la “justicia” (“ojo por ojo diente por diente”) sólo sea un mínimo, porque hemos aceptado que lo que nos caracteriza a los humanos es “lo que podemos llegar a ser” y aún no somos: en palabras de Jesús, “perfectos…. como vuestro Padre”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por tu opinión.