viernes, 24 de febrero de 2023

EVANGELIO DEL VIERNES 24 DE FEBRERO. VIERNES DESPUÉS DE CENIZA



EVANGELIO
En aquel tiempo, se acercaron los discípulos de Juan a Jesús, preguntándole: «Por qué nosotros y los fariseos ayunamos a menudo y, en cambio, tus discípulos no ayunan?»
Jesús les dijo: «¿Es que pueden guardar luto los invitados a la boda, mientras el novio está con ellos? Llegará un día en que se lleven al novio y entonces ayunaran.»
Mateo   9, 14-15

COMENTARIO

Decía el Papa en la Capilla Vaticana de Santa Marta que "si mi ayuno no ayuda a los demás, es una ficción y es incoherente". 

Si investigamos la palabra "ayuno", en última instancia, significa "vacío". Des-ayunar, es "llenar el vacío" del estómago después de haber pasado la noche sin comer.

Ayunar, por tanto, es vaciarte ¿recordáis el evangelio de ayer?. Desde ahí tiene mucho sentido el evangelio de hoy. Cuando Jesús dice que sus discípulos no tienen necesidad de ayunar porque el novio (es decir, Jesús) está con ellos, les está diciendo que  Jesús ha venido a la historia para "llenarla" de sentido, para ayudarla a hacerla "plena".

Si tienes delante la plenitud (pensaría Jesús), ¡aprovéchala!; no ayunes de ella. Imagino a Jesús pensando para sus adentros: ¡bastante ha ayunado ya el judaísmo decrépito que tengo delante de mi! Porque, ciertamente, el judaísmo en tiempo de Jesús, era una religión que había tocado fondo, llena de normas vaciadas de sentido y necesitada de una importante refundación. 

No hay cosa más espantosa que un sistema religioso y un conjunto de ritos y cultos que nade entiende y que se realiza por obligación o por costumbre. Eso espanta al sentido común.

La practica del ayuno en nuestros días tiene sentido si nos coloca en la tesitura de poder llenarnos después de algo, o si mi vacío puede ser plenitud para otros. De ahí la primera lectura de hoy: "el ayuno que yo quiero es partir mi pan con el hambriento".






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