domingo, 10 de abril de 2022

EVANGELIO DEL DOMINGO 10 DE ABRIL. DOMINGO DE RAMOS

EVANGELIO

Dicho esto, Jesús pasó adelante y emprendió la subida hacia Jerusalén. Cuando se acercaban a Betfagé y Betania, al pie del monte llamado de los Olivos, Jesús envió a dos de sus discípulos y les dijo: «Vayan al pueblo de enfrente y al entrar en él encontrarán atado un burrito que no ha sido montado por nadie hasta ahora. Desátenlo y tráiganmelo. Si alguien les pregunta por qué lo desatan, contéstenle que el Señor lo necesita.»
Fueron los dos discípulos y hallaron todo tal como Jesús les había dicho. Mientras soltaban el burrito llegaron los dueños y les preguntaron: «¿Por qué desatan ese burrito?» Contestaron: «El Señor lo necesita.» Trajeron entonces el burrito y le echaron sus capas encima para que Jesús se montara. La gente extendía sus mantos sobre el camino a medida que iba avanzando. Al acercarse a la bajada del monte de los Olivos, la multitud de los discípulos comenzó a alabar a Dios a gritos, con gran alegría, por todos los milagros que habían visto. Decían: «¡Bendito el que viene como Rey, en el nombre del Señor! ¡Paz en el cielo y gloria en lo más alto de los cielos!» Algunos fariseos que se encontraban entre la gente dijeron a Jesús: «Maestro, reprende a tus discípulos.» Pero él contestó: «Yo les aseguro que si ellos se callan, gritarán las piedras.» Palabra del Señor.

Lucas 19, 28-40   

COMENTARIO

No cabe ninguna duda, después de leer el evangelio que inicia la celebración del Domingo de Ramos, de que Jesús fue una persona creadora de expectativas. 

En una religión judía que daba cuenta de no pocos legalismos sospechosos de esterilidad, el movimiento de Jesús generó ilusión.

Decía el anterior Papa, Benedicto XVI, que “no se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva”

Algo así le pasó a aquella gente que recibió a Maestro de Galilea con tanta pasión. Ciertamente, no sabemos por cuánto tiempo, Jesús reactivó una ilusión que el judaísmo había apagado.

Cuando traemos el texto al hoy de nuestra vida, resulta interesante dejar constancia del estado actual de nuestra fe. 

En una sociedad como la nuestra en la que las iglesias cristianas generan por una parte pasiones y por otras desafecciones (esto es propio de todas las religiones institucionalizadas), el creyente de “a pie” tiene que vérselas con el acontecimiento de Jesús.

La historia del nazareno que narraremos a lo largo de esta semana, ¿sigue generando expectativas en mi manera de vivir?  

Aquel Maestro galileo, ¿supone para mí una motivación en el deseo y el anhelo de hacer más humana, fraterna y más plena mi vida mi vida?

La celebración de la Semana Santa pasa irremediablemente a través este recorrido personal por el interior de nuestro corazón. 

Esa procesión quizás sea la más autentica que podamos vivir a lo largo de esta semana. A ella quedamos convocados.








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