miércoles, 22 de febrero de 2023

EVANGELIO DEL MIÉRCOLES 22 DE FEBRERO. MIÉRCOLES DE CENIZA

 


EVANGELIO
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario, no tendréis recompensa de vuestro Padre celestial. Por tanto, cuando hagas limosna, no vayas tocando la trompeta por delante, como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles, con el fin de ser honrados por los hombres; os aseguro que ya han recibido su paga. Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; así tu limosna quedará en secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te lo pagará. Cuando recéis, no seáis como los hipócritas, a quienes les gusta rezar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que los vea la gente. Os aseguro que ya han recibido su paga. Tú, cuando vayas a rezar, entra en tu aposento, cierra la puerta y reza a tu Padre, que está en lo escondido, y tu Padre, que ve en lo escondido, te lo pagará. Cuando ayunéis, no andéis cabizbajos, como los hipócritas que desfiguran su cara para hacer ver a la gente que ayunan. Os aseguro que ya han recibido su paga. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, para que tu ayuno lo note, no la gente, sino tu Padre, que está en lo escondido; y tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensará.»
Marcos   6, 1-6.16-18


COMENTARIO

Uno de los retos que cada ser humano tiene delante de sí cada día es reconciliarse con sus fragilidades. Somos frágiles, no hay elección. Lo somos constitutivamente; "mira, en la culpa nací, pecador me concibió mi madre", dice el Salmo 50 que leemos hoy también.

La fragilidad es ese territorio incómodo de la incertidumbre, la debilidad, el error del pasado, el cansancio del presente, la duda sobre el mañana. Somos simplemente humanos, y nuestro poder no va mucho más allá de un deseo que no pocas veces se nos presente inalcanzable.

Por eso nadie hay más humano que aquel que aprende a reconciliarse con sus fragilidades. En esa tarea quizás nos estemos solos.

La limosna de la que nos habla el evangelio de hoy es un intento de romper esa fragilidad "haciendo fuerte al otro", es decir fortaleciendo la debilidad del otro en una espiral de fraternidad que nos humaniza.

La oración, el segundo de los consejos de hoy, es esa mirada contemplativa que nos permite sentir el hilillo de oro que nos funda; es decir, el fondo de posibilidad que somos, más allá de nuestras delicadas fracturas. La oración es esa experiencia de "buceo interior" capaz de descubrir lo insospechado de nuestra vida.

Y el ayuno, es decir, aquello que nos vuelve ligeros, dóciles al cambio y a la evolución que supone el vivir cotidiano. Una vida demasiado "pesada" no pocas veces nos instala en un insoportable conformismo tan adulador como asfixiante.

Buena Cuaresma.

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