martes, 4 de mayo de 2021

EVANGELIO DEL MARTES 4 DE MAYO. SEMANA 5 DEL TIEMPO DE PASCUA.


EVANGELIO
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
- «La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy yo como la da el mundo. Que no tiemble vuestro corazón ni se acobarde. Me habéis oído decir: "Me voy y vuelvo a vuestro lado." Si me amarais, os alegraríais de que vaya al Padre, porque el Padre es más que yo. Os lo he dicho ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda, sigáis creyendo.
Ya no hablaré mucho con vosotros, pues se acerca el Príncipe del mundo; no es que él tenga poder sobre mi, pero es necesario que el mundo comprenda que yo amo al Padre, y que lo que el Padre me manda yo lo hago. Levantaos, vámonos de aquí.»
Juan 14, 27-31

COMENTARIO

El saludo, para los antiguos pueblos orientales, era como un pacto de formula breve. Al encontrarse dos personas judías se decían “Shalom”, que significaba paz; una paz integral que engloba multitud de deseos positivos. 

En el evangelio de hoy leemos cómo Jesús saluda a sus discípulos. Pero más que un saludo es un deseo, un proyecto de vida, un anhelo de serenidad. Jesús, ciertamente, tenía conciencia de que en algún momento él no estaría, y que por lo tanto, la comunidad tendría que “vérselas” con el mundo desde su ausencia. 

De aquí en adelante observaremos cómo hay una tensión que vertebra todo el evangelio de Juan: la tensión entre presencia-ausencia. “Estoy-no estaré; me veis-no me veréis; me voy-volveré”. No es fácil entender esta “manera de hablar”,  y menos al pie de la letra. 

En cualquier caso, nosotros podemos experimentar una "tensión" parecida en nuestros días. Nuestra fe siempre es una "fe tensionada".

Nos “gusta(ría)” creer pero nos “cuesta” creer; sentimos que “algo(uien)” tiene que haber, pero nos invade el vacío y el vértigo por su ausencia….

Si algo caracteriza a nuestra experiencia religiosa es la tensión. Creo que Jesús era consciente del sentimiento de “orfandad espiritual” con el que iba a dejar a aquella primitiva comunidad. Otra cosa es cómo lo viviera él. 

Lo que si que está claro es que Jesús deseaba para esta vivencia tensional de la fe, paz, serenidad, ausencia de enfrentamiento, concordia… Y también convicción y firmeza (“que no tiemble vuestro corazón y se acobarde”). Y él fue el primer creyente de esas manera de vivir: en el prendimiento calma, en la cruz reza, y tras las apariciones serena.

“Shalom”: vivir en paz, poner paz, hacer la paz.






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