sábado, 25 de abril de 2020

EVANGELIO DEL SÁBADO, 25 DE ABRIL. FESTIVIDAD DE SAN MARCOS


EVANGELIO
En aquel tiempo se apareció Jesús a los Once, y les dijo:
–Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación.

El que crea y se bautice, se salvará; el que se resista a creer, será condenado.
A los que crean, les acompañaran estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos, y si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos y quedarán sanos.
El Señor Jesús, después de hablarles, ascendió al cielo y se sentó a la derecha de Dios.
Ellos fueron y proclamaron el Evangelio por todas partes, y el Señor actuaba con ellos y confirmaba la Palabra con los signos que los acompañaban.

Marcos 16, 15-20

COMENTARIO

Probablemente, en la cultura judía del momento, serpientes y espíritus fueran maneras de nombrar a dos “grandes amenazas” para la estabilidad de la época: los espíritus porque “deformaban” el interior del ser humano, y serpientes y venenos porque, en un pueblo nómada cómo había sido el judío, eran un continuo problema en sus viajes.

En el fondo, Marcos presenta la figura de Jesús como la de aquel hombre que nos permite “vencer” los grandes miedos del ser humano. 

El mensaje, fuera del ropaje cultural de aquella época, sería: “no tengáis miedo a nada, Dios está de vuestra parte, sólo Él es la verdad, no temáis a otros poderes". 

Yo imagino a aquellos primeros cristianos más que cogiendo serpientes, “comiéndose el mundo”, humanizándolo.

Hoy, en nuestra cultura, cada uno de nosotros deberíamos hacer una lista de nuestros miedos y amenazas, de nuestras instancias des-humanizadoras y de nuestras impotencias. 

Este ambiguo mes que estamos viviendo, entre otras cosas, nos está permitiendo caer en la cuenta de nuestra pequeñez y fragilidad física, pero también de las posibles grandezas de nuestro corazón y de nuestro interior.

En el fondo, el evangelio de hoy nos propone caer en la cuenta de todo lo mejorable que tiene nuestra vida, no para compadecernos de ello sino para transformarlo.

Nos volvemos personas des-creídas cuando a nuestra fragilidad exterior contestamos con fragilidad interior, es decir, cuando nos llenamos de rabia, indiferencia y violencia de nuestros sentimientos.

Quizá, la ascension de Jesús al cielo narrada al final del texto de hoy, pudiera interpretarse como la necesidad que tenemos las personas de echar mano de los más alto y lo más noble que tenemos en los momentos de contradicción cultural.


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