miércoles, 18 de marzo de 2020

EVANGELIO DEL MIÉRCOLES 18 DE MARZO. SEMANA 3ª DEL TIEMPO DE CUARESMA


EVANGELIO
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «No creáis que he venido a abolir la Ley y los profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud. Os aseguro que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la Ley. El que se salte uno solo de los preceptos menos importantes, y se lo enseñe así a los hombres será el menos importante en el reino de los cielos. Pero quien los cumpla y enseñe será grande en el reino de los cielos.»

Mateo 5, 17-19
COMENTARIO


Con lo que era Jesús y las broncas que les echaba a los fariseos por “legalistas” (véase Mateo 23, 13-33) y en este caso hace esa rotunda defensa de la Ley.

Pues sí, como buen judío Jesús es alguien enamorado de la Ley… pero de la Ley (la Torah). La Torah no es un simple conjunto de preceptos meticulosos. 

La Ley era el proyecto del pueblo judío, era el proyecto de todo un pueblo convencido de su promesa y de su sentido. 

La Ley contenía normas, claro, pero contemplaba también la continua renovación que provenía del espíritu de los profetas.  El cumplimiento de la Ley era, al fin y al cabo, el cumplimiento de las promesas judías.

La crítica que hace Jesús a los fariseos es precisamente por su “raquitismo ético”; es decir, los fariseos vivían un “cumplimiento externo” de la ley. 

Y hoy sabemos, con probada certezas, que el “imperio de la ley” como gusta decir a nuestros políticos, en ocasiones es fácil vaciarlo de autenticidad “moral”, porque legalidad y moralidad no siempre coinciden… creo. 

Es posible “cumplir la ley” y ser una persona “inmoral”., entre otras cosas porque hay leyes injustas. Por eso no podemos confundir la Ley judía (el sentido de toda su historia como pueblo) con nuestras leyes, ni siquiera las leyes de nuestra iglesia. 

De hecho, lo que era la Ley para el pueblo judío, viene a ser para la primitiva comunidad cristiana la “experiencia” de las Bienaventuranzas”, que ya sabemos que no eran normas, sino un estilo de vida percibido como “buena y definitiva noticia”.

Precisamente por eso, donde mejor podemos encontrar el cumplimento de la Ley judía es en las profecías y en las expectativas de los profetas de Israel. 

Para ellos, la justicia, la paz y el “banquete” del Reino eran el cumplimiento de la Ley. A esa tradición se apunta Jesús; él quiere que se cumpla la ley, que las expectativas mesiánicas del pueblo de Israel se cumplan plenamente. 

Más aún, Jesús se ve a sí mismo, como el cumplimento de la Ley. No dudará por ello San Pablo en afirmar en la carta a los Romanos que “el amor es la plenitud de la ley” (Romanos 13, 10).

PD. Durante estos días ha salido a la luz un nido de jilgueros espiritualoides asombroso (explicaciones teológicas del "mal" en el mundo, oraciones sanadoras, ritos cuasifetichistas cuyo parecido con la tradición cristiana eucarística es pura coincidencia...). Me reconozco abrumado por tal experiencia. Pero de vez en cuando, por la red, encuentras textos que se caracterizan precisamente por lo contrario, es decir, por su sensatez. Os remito a uno de ellos. A mí, me ha dado calma y serenidad. Buenas noches.

Texto de Pablo D'Ors, Pulsa Aquí











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