viernes, 6 de septiembre de 2019

EVANGELIO DEL VIERNES 6 D ESEPTIEMBRE. SEMANA 22ª DEL TIEMPO ORDINARIO.


EVANGELIO
En aquel tiempo, dijeron a Jesús los fariseos y los escribas: -«Los discípulos de Juan ayunan a menudo y oran, y los de los fariseos también; en cambio, los tuyos, a comer y a beber.» Jesús les contestó: -«¿Queréis que ayunen los amigos del novio mientras el novio está con ellos? Llegará el día en que se lo lleven, y entonces ayunarán. » Y añadió esta parábola: -«Nadie recorta una pieza de un manto nuevo para ponérsela a un manto viejo; porque se estropea el nuevo, y la pieza no le pega al viejo. Nadie echa vino nuevo en odres viejos; porque el vino nuevo revienta los odres, se derrama, y los odres se estropean. A vino nuevo, odres nuevos. Nadie que cate vino añejo quiere del nuevo, pues dirá: "Está bueno el añejo."»

Lucas  5, 33-39

COMENTARIO

No hay duda de que en el evangelio de hoy Jesús se muestra muy crítico con las "jaulas de oro" que la religión judía tenía -todo un entramado ritual de ayunos y penitencias que en el nombre de dios daban consistencia a su proyecto de vida-.

"Yo os ofrezco algo mejor, más pleno, mi propia persona" -diría Jesús-, el "no ayuno" de lo plenoNo hay color; entre una religión de ayunos y renuncias continuas (el fariseismo judío) y una religión de boda y banquete permanente, la elección está clara. Quizás por eso mismo a Jesús se le calificara como seductor.

La pregunta es evidente, ¿por que la religión farisea no se dejó seducir por la novedad de Jesús?. La respuesta es clara, de hecho la dio el mismo Jesús: es muy difícil no valorar el vino añejo, tiene un dulce encanto de esclavitud que nos atrae; es viejo... pero es encantador. He ahí la paradoja. Y esto, querámoslo o no está inscrito en la condición humana y en las guías de gourmets. ("Nadie que cate vino añejo quiere del nuevo, pues dirá: "Está bueno el añejo")

Pero por muy "dulce" que sea esa esclavitud ¿hoy vende eso?. Pues sí. Por ejemplo, sabemos de sobra que podemos predecir el tiempo que va a hacer durante un determinado verano, no tanto por el "catalejo" de los meteorólogos que divisan a lo lejos las nubes, cuanto por unos "modelos climáticos" que no suelen fallar. 

Sin embargo todavía hay obispos inconscientes que consienten "hacer rogativas"  para urgir a la virgen de turno a que interceda ante su hijo  y nos envíe lluvia caída del cielo (nunca dicho en el mejor de los casos). 

Como dé la casualidad de que llueva ya tenemos "dulce esclavitud" para rato. Aunque si no llueve, el lugar en el queda la religión es más que evidente.

Este es el dulce y "cómodo" encanto de la esclavitud porque, en el fondo, es más fácil (o quizás cómodo, no sé) creer que rezando lloverá, que sentarte , pensar, discutir y tomar decisiones eficaces que transformen las consecuencias del calentamiento global del planeta. Para mí, lo primero sería magia y lo segundo fe (recordad la frase de Bultmann a la que nos referíamos ayer); quiero decir, ... fe en que el modo de vivir y de ser de Jesús, globalmente visto, puede dar sentido a toda una vida si nos ponemos las pilas cada día y nos empeñamos en llevarlo a cabo.

Podría poner muchos ejemplos más ( y algunos muy sibilinos) de "dulces esclavitudes"... pero eso supondría casi decir nombres y apellidos (incluso "mi nombre y mi apellido")... y la verdad.... sin haberme ido de vacaciones aún no tengo cuerpo.

Sin embargo no estaría mal dedicar unos cuantos minutos a elaborar una lista de nuestras dulces y encantadoras esclavitudes personales ..., y una lista de nuestras "jaulas de oro". No para machacarnos, sino para crecer, para hacernos un poco más plenos, y encajar cada día un poquito más el "mensaje del novio"

PD: Un comentario sobre el banquete, el novio y el vino en el contexto cultural judío podéis encontrarlo aquí.

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