EVANGELIO
En aquel tiempo, dijo Jesús a los discípulos una parábola:
—«¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo?
Un discípulo no es más que su maestro, si bien, cuando termine su aprendizaje, será como su maestro.
¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: "Hermano, déjame que te saque la mota del ojo", sin fijarte en la viga que llevas en eltuyo? ¡Hipócrita! Sácate primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la mota del ojo de tu hermano.
No hay árbol sano que dé fruto dañado, ni árbol dañado que dé fruto sano. Cada árbol se conoce por su fruto;porque no se cosechan higos de las zarzas, ni se vendimian racimos de los espinos.
El que es bueno, de la bondad que atesora en su corazón saca el bien, y el que es malo, de la maldad saca el mal;porque lo que rebosa del corazón, lo habla la boca.»
—«¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo?
Un discípulo no es más que su maestro, si bien, cuando termine su aprendizaje, será como su maestro.
¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: "Hermano, déjame que te saque la mota del ojo", sin fijarte en la viga que llevas en eltuyo? ¡Hipócrita! Sácate primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la mota del ojo de tu hermano.
No hay árbol sano que dé fruto dañado, ni árbol dañado que dé fruto sano. Cada árbol se conoce por su fruto;porque no se cosechan higos de las zarzas, ni se vendimian racimos de los espinos.
El que es bueno, de la bondad que atesora en su corazón saca el bien, y el que es malo, de la maldad saca el mal;porque lo que rebosa del corazón, lo habla la boca.»
Lucas 6, 39-45
El contexto del evangelio de hoy es claramente anti-farisaico. Parte de la religión judía en tiempos de Jesús era la más clara expresión de una forma sin fondo y de un discipulado sin referencias lúcidas.
El fariseo, en el texto, viene representado por el guía ciego, el ojo que no percibe la viga que le antecede, el árbol dañado, la zarza, los espinos, y el corazón habitado de mal.
Desde luego, nadie criticó de un modo más radical la religión judía del momento más que Jesús.
El perfil alternativo que propone Jesús es el opuesto. El texto, en este sentido, es una obviedad con el que nadie, con un mínimo sentido común, puede estar en desacuerdo. De hecho Jesús, vendría a representar todas esas cualidades positivas que contrastan con la mentalidad fariseo: la lucidez, la misericordia, la autenticidad, la transparencia. Pero vivir ese estado de humanidad, más que un "logro", es una "tarea" permanente.
Cuando traemos el texto al hoy de nuestra vida, además de acoger el sentido común que destila, nos coloca a los "oyentes" en la tesitura de sabernos "colocar" adecuadamente. Efectivamente, ¿en qué lugar estamos colocados nosotros como seguidores del Maestro de Galilea? ¿Qué nos queda por conseguir para llegar a ese estado de "humanidad"?
Estamos en época de carnavales. Creo que este marco es muy válido para valorar nuestra perspectiva y nuestra "colocación", porque cada uno de nosotros, en mayor o menor medida, tenemos un discreto y permanente disfraz qué amortigua nuestra in-autenticidad.
Decía Freud que el disfraz es una herramienta de nuestra personalidad, una válvula que nos abre o nos cierra al mundo y a la sociedad. El disfraz que cada uno lleva cada día es un mecanismo de defensa que expresa los miedos y complejos que nos determinan.
El disfraz, nos defiende ante los demás de nuestro nivel de vulnerabilidad. Jesús, el no-disfrazado, es la más clara expresión de la transparencia, allí donde no hay engaño. Por eso, su palabra -su evangelio- era la más bella expresión de su corazón.
A las puertas de la Cuaresma, es un buen momento para descubrir el disfraz que nos caracteriza en nuestra vida; el disfraz que necesitamos para no sucumbir en el bello intento del vivir cada día.
Lo deseable es que no necesitáramos de ninguno; pero lo "maduro" es conocer con realismo el disfraz que llevamos puesto.
¡Dime de qué te disfrazas cada día, y te diré de qué está falto tu corazón!
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