jueves, 21 de febrero de 2019

EVANGELIO DEL JUEVES 21 DE DE FEBRERO SEMANA 6 DEL TIEMPO ORDINARIO.


EVANGELIO
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se dirigieron a las aldeas de Cesarea de Felipe; por el camino, preguntó a sus discípulos: «¿Quién dice la gente que soy yo?» 
Ellos le contestaron: «Unos, Juan Bautista; otros, Ellas; y otros, uno de los profetas.» 
Él les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy?»
Pedro le contestó: «Tú eres el Mesías.» 
Él les prohibió terminantemente decírselo a nadie. 
Y empezó a instruirlos: «El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, tiene que ser condenado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar a los tres días.» 
Se lo explicaba con toda claridad. Entonces Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo. 
Jesús se volvió y, de cara a los discípulos, increpó a Pedro: «¡Quítate de mi vista, Satanás! ¡Tú piensas como los hombres, no como Dios!»


MARCOS  8, 27-33
COMENTARIO

¿Quién no se ha sentido alguna vez sobrepasado por la vida? ¿Quién no ha sentido que la vida, con el tiempo que dedicamos a ella, no nos trata como nos gustaría? ¿Quién no ha pensado alguna vez en dedicarse a contemplar la gloria de dios en vez de dejarse interrogar por los conflictos de la historia? Son comprensibles los miedos de Pedro. Y Pedro...somos todos.

La respuesta de Jesús, quizás un poco exagerada, no es más que la "vuelta a la realidad" con la que nos encontramos cada mañana cuando ponemos los pies en el suelo después de nuestros "sueños". 

Entonces, cada día, sabemos que "toca la vida", y que vivir no es solo soñar: es soñar construyendo o construir soñando. Pero ahí, las leyes no son pócimas mágicas que nos ahorran el conflicto, sino más bien la decidida voluntad de intentarlo cada día más allá de los despertares  que truncan nuestros anhelos, tan cómodos como delirantes.

Hay algo satánico en Pedro y en nosotros. Pero no se trata de nada diabólico; se trata simplemente de la tendencia que tenemos a refugiarnos en los sueños y a poner entre paréntesis la vida. 

Hay una "cura de silencio" que tenemos que hacer cada día. Por mucho que a veces vivamos con la sensación de que podemos con la vida, lo más normal es que más pronto que tarde la vida nos muestre el realismo de su ambigüedad

En ese momento, el silencio es la mejor cura y el más adecuado camino. Pero el silencio no es impotencia, sino que es el lugar más adecuado para aprender  a caminar con lucidez.

Quizás por eso Jesús, ante la audacia de Pedro confesándole como Mesías, más tarde se siente frustrado ante su persona. Ciertamente Pedro era la típica persona llena de respuestas pero incapaz de hacerse ninguna pregunta.

O dicho de otro modo, Pedro es imagen de aquel que quiere llegar al destino sin ponerse en camino, y de ser maestro sin ser haber sentido el vértigo y la contradicción del discípulo.







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