martes, 18 de diciembre de 2018

EVANGELIO DEL MARTES 18 DE DICIEMBRE. TIEMPO DE ADVIENTO


EVANGELIO
El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera: María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era justo y no quería denunciarla, decidió repudiarla en secreto. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo: «José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados.» Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que habla dicho el Señor por el Profeta: «Mirad: la Virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrá por nombre Emmanuel, que significa "Dios-con-nosotros".» Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y se llevó a casa a su mujer.

Mateo 1, 18-24

COMENTARIO

La relación del mundo bíblico con nuestro mundo es una relación paradójica. Son mundos al tiempo distantes y coincidentes. De ahí que el texto bíblico pertenezca a lo escritos fundantes de la humanidad, no tanto porque sean sagrados cuanto porque revelan permanentemente los adentros del ser humano.

En el evangelio de hoy esta paradoja es notable. Aunque los sueños bíblicos y  nuestros sueños culturales nada tiene que ver, creo que en el caso de José revela algo muy hondo de nuestras capacidades personales.

Para un judío el sueño es revelación de Dios, o al menos de su voluntad. Cuando un judío sueña, es como si Dios viniera a verte y a transmitirte un mensaje real, no una ilusión. 

Bueno... digamos más bien que un judío expresa literariamente lo que el considera que es la voluntad de Dios en forma de sueño. Yo creo que el buen hombre que debía ser José, estaría harto de una Ley (la judía) más que ineficaz para dar cuenta de la vida y decidió actuar contra-culturalmente. Jose, desde su honda experiencia piadosa, debió discernir qué era lo que debía hacer con María; y después soñó. Y efectivamente, el sueño coincidió con su discernimiento.

¿Y qué discernió José? Pues que en la vida siempre hay "otra posibilidad" alternativa para resolver los conflictos que nos acontecen. Efectivamente, una cosa es lo que te pide la cabeza y otra lo que te sugiere el corazón. A José, la cabeza (la Ley judía), le pedía actuar con la fuerza de la tradición, con el "siempre se ha hecho así", con el sentimiento de que los seres humanos somos un producto hermético, cerrado y con escasa capacidad de asombro.

Pero José, como casi todos los silentes de la historia, deciden activar "otras posibilidades" desde el corazón. Por muy tecnificada que sea una sociedad, antes y ahora, es el corazón el lugar desde el que se toman las decisiones con capacidad para cambiar los ritmos de la vida. Ese cambio de órgano de decisión, permite que José pasara de la realidad del repudio de María (conforme le marcaba la Ley), a la posibilidad de la aceptación de su vida más allá de la problemática de fondo.

Y es que, para los judíos, el sueño es una manera de expresar que siempre hay una posibilidad alternativa en la vida.

Cuando traemos el texto al hoy de nuestra vida es bueno caer en la cuenta de esta cuestión, porque para los habitantes del siglo XXI los sueños, generalmente, son expresión de ilusiones. Y las ilusiones, como su nombre originariamente indica, son irreales por engañosas.

El sueño de José expresa que la realidad va abriendo caminos cada vez que dejamos actuar al corazón, cada vez que no damos por cerrada la verdad de las cosas por muy sagradas (como la Ley) que nos parezcan y por divinas que sean las personas que la interpretan.

El nacimiento de Jesús, desde luego, se vio rodeado de unas opciones poco convencionales y de unos caminos asombrosos, no creo que muy sobrenaturales, pero si que muy alternativos a lo que entonces se estilaba.

El mensaje es claro: no pongas trabas a la vida, facilítala.

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