sábado, 27 de octubre de 2018

EVANGELIO DEL SÁBADO 27 DE OCTUBRE. SEMANA 29 DEL TIEMPO ORDINARIO

EVANGELIO
En aquella ocasión se presentaron algunos a contar a Jesús lo de los galileos, cuya sangre vertió Pilato con la de los sacrificios que ofrecían. Jesús les contestó:
–¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que los demás galileos, porque acabaron así? Os digo que no; y si no os convertís, todos pereceréis lo mismo. Y aquellos dieciocho que murieron aplastados por la torre de Siloé, ¿pensáis que eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? Os digo que no. Y si no os convertís, todos pereceréis de la misma manera.
Y les dijo esta parábola:
Uno tenía una higuera plantada en su viña, y fue a buscar fruto en ella, y no lo encontró.
Dijo entonces al viñador:
–Ya ves: tres años llevo viniendo a buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro. Córtala. ¿Para qué va a ocupar terreno en balde?
Pero el viñador contestó:
–Señor, déjala todavía este año; yo cavaré alrededor y le echaré estiércol, a ver si da fruto. Si no, el año que viene la cortarás.

Lucas   13, 1-9


COMENTARIO

La productividad caracteriza a nuestras sociedades occidentales. Dar fruto es condición indispensable para ser considerados socialmente. En el fondo todos producimos algo y en nuestro hacer revelamos nuestro ser -dirian los clásicos-.

Sin embargo, somos más que un manojo de "objetivos cumplidos", e incluso, la actitud permanente de crecimiento quizás sea el fruto más deseado. Descubrirte "en camino" y descubrirte "libre" en el camino, es un buen cimiento para la fe.

Jesús de Nazaret no consentía una mirada determinista sobre la realidad. Ese famoso adagio que consiste en decir que cada uno de nosotros tenemos nuestro destino que irremediablemente tendremos que cumplir, creo que resulta tan denigrante como cínico para el ser humano. 

Jesús, cuando llama a la conversión, realmente esta motivando al crecimiento y superación continuos. Convertirse no tiene porque ser sólo pasar de lo malo a lo bueno, también supone evolucionar de lo bueno a lo mejor. 

La invitación que subyace es a no dejar de buscar y de intentar dar lo mejor de ti, creciendo o decreciendo según toque, pero en cualquier caso armonizando la  vida.

Una mirada paciente como la que tuvo el viñador es garantía de humanidad en una sociedad y en una iglesia obsesionada por los frutos. Es fácil confundir la calidad con la cantidad. Es una versión tecnificada del “burro grande ande o no ande”. Es triste pero es así. 

Quizás por eso, en el ámbito de la evangelización y del anuncio del evangelio, entre una especie de “frutos de invernadero” tan brillantes como charros, uno prefiera la hondura que oxigena, la poda que aligera, y la espera que sosiega.

El mensaje de la semana, en video, aquí podéis verlo.  









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