martes, 9 de octubre de 2018

EVANGELIO DEL MARTES 9 DE OCTUBRE. SEMANA 27 DEL TIEMPO ORDINARIO



EVANGELIO
En aquel tiempo, entró Jesús en una aldea, y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa. Esta tenía una hermana llamada María que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra. 
Y Marta, se multiplicaba para dar abasto con el servicio; hasta que se paró y dijo: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola con el servicio? Dile que me eche una mano».

Pero el Señor le contestó: «Marta, Marta, andas inquieta y nerviosa con tantas cosas; sólo una es necesaria. María ha escogido la parte mejor y no se la quitarán.»

Lucas  10, 38-42


COMENTARIO


El contexto más adecuado para encuadrar este texto es la ley judía sobre las hospitalidad. El judaísmo tenía algo así como una un “estatuto del huésped”. Marta probablemente no haga otra cosa más que aplicar dicho “estatuto” a Jesús.

Por eso, la reacción de Jesús quiera marcar distancia nuevamente con el judaísmo de su época. El exhaustivo cumplimiento de la ley de la hospitalidad (reflejado en Marta) puede oscurecer la novedad que trae consigo el huésped (Jesús). Yo creo que este es el escenario adecuado para entender el texto sin que nos sitúe en la tesitura de decir muchas inconveniencias.

Marta, en el nombre de dios, tiene los ojos cerrados ante el rosto de Dios que le visita. María, sin embargo, es sensible a dicha nueva presencia.

Y esto nos introduce en otro elemento contracultural que tiene el texto. Para la cultura judía, la escucha de los maestros de la Ley era algo reservado a los hombres; las mujeres no podían dedicarse a tal escucha. 

María, por tanto, representa la respuesta al nuevo orden que revela Jesús; en el rostro de Dios que revela Jesús no vale la discriminación por ser hombre o ser mujer. Para escuchar a Dios lo único necesarios es tener oídos y tener corazón.

El escenario, por tanto, es magistral y perfecto para llegar a la conclusión que Lucas nos sugiere: Marta representa el antiguo judaísmo, caduco y sordo; María representa el nuevo pueblo y discipulado que inaugura Jesús.

Cuando traemos el texto al hoy de nuestra vida no sólo se convierte en una auténtica revelación de las intenciones de Jesús, sino que se nos re-vuelve, poniendo patas arriba algunas que otras convicciones viejas (al estilo de Marta), que todavía conservamos en nuestra propuesta cristiana.


Para Jesús, antes que el cumplimiento religioso (por muy bueno que sea) está la escucha atenta y fundante. En muchos casos, nuestro “hacer” religioso es vivido al margen de la vida real, convirtiéndonos en loros enjaulados, quizás elegantes, pero tristes.

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El mensaje de la semana, en video, aquí podéis verlo. 



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