EVANGELIO
En aquel tiempo, dijo Juan a Jesús:
–Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre, y se lo hemos querido impedir, porque no es de los nuestros.
Jesús respondió:
–No se lo impidáis, porque uno que hace milagros en mi nombre no puede luego hablar mal de mí. El que no está contra nosotros está a favor nuestro.
El que os dé a beber un vaso de agua, porque seguís al Mesías, os aseguro que no se quedará sin recompensa. El que escandalice a uno de estos pequeñuelos que creen, más le valdría que le encajasen en el cuello una piedra de molino y lo echasen al mar. Si tu mano te hace caer, córtatela: más te vale entrar manco en la vida que ir con las dos manos al abismo, al fuego que no se apaga.
Y si tu pie te hace caer, córtatelo: más te vale entrar cojo en la vida que ser echado con los dos pies al abismo.
Y si tu ojo te hace caer, sácatelo: más te vale entrar tuerto en el Reino de Dios que ser echado al abismo con los dos ojos, donde el gusano no muere y el fuego no se apaga.
COMENTARIO
–Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre, y se lo hemos querido impedir, porque no es de los nuestros.
Jesús respondió:
–No se lo impidáis, porque uno que hace milagros en mi nombre no puede luego hablar mal de mí. El que no está contra nosotros está a favor nuestro.
El que os dé a beber un vaso de agua, porque seguís al Mesías, os aseguro que no se quedará sin recompensa. El que escandalice a uno de estos pequeñuelos que creen, más le valdría que le encajasen en el cuello una piedra de molino y lo echasen al mar. Si tu mano te hace caer, córtatela: más te vale entrar manco en la vida que ir con las dos manos al abismo, al fuego que no se apaga.
Y si tu pie te hace caer, córtatelo: más te vale entrar cojo en la vida que ser echado con los dos pies al abismo.
Y si tu ojo te hace caer, sácatelo: más te vale entrar tuerto en el Reino de Dios que ser echado al abismo con los dos ojos, donde el gusano no muere y el fuego no se apaga.
Marcos 9, 38-48
COMENTARIO
Pertenece este evangelio a este triada de encuentros de Jesús con sus elegidos, donde el evangelista coloca al discipulado en el lugar que le corresponde.
Habría que remontarse dos domingos atrás, al encuentro con Pedro, donde le recrimina que un seguimiento "cómodo" no va con él. El domingo pasado, otros discípulos discutían sobre quién iba a ser el discípulo mas importante; la respuesta de Jesús les da a entender que el “orgullo y la lucha por el poder” no pueden ser características de sus seguidores.
Este domingo, ante la pregunta de Juan, en su respuesta le previene contra el peligro de la intolerancia. La intolerancia tiene una raíz muy evidente: los celos ("hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre, y se lo hemos querido impedir, porque no es de los nuestros").
No hay peor ni mas desastrosa enfermedad afectiva que los celos; los celos "queman" las relaciones personales y el engranaje de las instituciones. El "celo" denota una pasión excluyente difícilmente soportable.
Jesús, por tanto, vine a decirle a Juan que en la vida hay sitio para todos, y que la manipulación, el control y el atosigamiento, crean espacios cerrados que hay que superar porque lo interesante en la vida, es caer en la cuenta de que estamos para sumar: "El que no está contra nosotros está a favor nuestro."
De ahí la importancia de la segunda parte del evangelio. Está dicho en una lenguaje casi apocalíptico:arrancar la mano, el ojo, el pie...
Pero bueno, al fin y al cabo viene Jesús a decir que hemos de ser conscientes de nuestros limites. Precisamente los celos comienzan en el mismo instante y lugar en el que uno no sabe estar a la altura de sus posibilidades., y nos sitúan ante la realidad, desfigurándola.
Ser consciente de tus límites exige humildad. No es humilde el que siempre se coloca en el ultimo lugar: eso es "humillarse", acción que generalmente crea violencia interior.
La humildad nos coloca en el justo lugar que hemos de estar; el lugar de tus límites, allí donde dar un paso mas hacia adelante o hacia atrás te hace caer, perdiendo el equilibrio, la moderación y la proporcionalidad. No tener ese equilibrio es un foco de infelicidad.
Como veis, Jesús quiere para sus seguidores hombres y mujeres con actitudes normales: ni sobrevalorados ni infravalorados. Ser gente simplemente normal es la mejor manera de comenzar el discipulado de Jesús.
Yo vivo con la sensación últimamente de que el cielo y el infierno, o mejor dicho, que la vida te sepa a cielo o a infierno, depende casi siempre de estar colocado en tu sitio, sin tener más pretensiones que ayudar en lo que puedas y hacer feliz a los que tienes a tu alrededor: "el que dé a beber un vaso de agua, …. No se quedará sin recompensa."
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El mensaje de la semana, en video, aquí podéis verlo.
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