lunes, 18 de junio de 2018

EL EVANGELIO DEL LUNES 18 DE JUNIO, SEMANA 11ª DEL TIEMPO ORDINARIO.


EVANGELIO
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
-«Habéis oído que se dijo: “Ojo por ojo, diente por diente”. Yo, en cambio, os digo: No hagáis frente
al que os agravia. Al contrario, si uno te abofetea en la mejilla derecha, preséntale la otra; al que quiera
ponerte pleito para quitarte la túnica, dale también la capa; a quien te requiera para caminar una milla,
acompáñale dos; a quien te pide, dale, y al que te pide prestado, no lo rehuyas.»

Mateo 5, 38-42
COMENTARIO


Del perfil de mis comentarios habituales es fácil deducirse que yo no soy muy de milagros. Cada milagro bíblico, tiene su contexto catequetico y litúrgico y hay que entenderlo desde esa clave.

Ahora bien, si entendemos por milagro no tanto un acontecimiento que está más allá de las leyes de la naturaleza, cuanto una actitud asombrosa y digna de ser admirada (y eso es lo que significa la palabra "milagro" etimológicamente hablando) obrada por alguien, ciertamente la cosa cambia. Yo en esos milagros, sí que creo, es decir, sí me admiran y asombran.

Y el evangelio de hoy representa uno de esos acontecimientos asombrosos. Porque es asombroso en tiempo de Jesús y en el nuestro "no hacer frente al que te agravia, poner la otra mejilla, dar la capa a quien te pide la túnica y ser tan generoso con tu tiempo que al que has de acompañar un kilómetro le acompañas dos".

Es curioso ver como hay gente que cree fácilmente en los milagros que supone saltarse las leyes de la naturaleza, pero cuando se te ocurre decir "pon la otra mejilla" entonces te contestan "oye, que yo  no soy tonto". 

La diferencia es clara: pedir un acto sobrenatural a Dios es relativamente fácil (pedirlo... me refiero), ahora bien, poner la otra mejilla tiene mucho más que ver con que te creas que esa manera de vivir merece la pena. En el primer caso, el milagro le toca a Dios; en el segundo caso, el milagro me toca a mi.

Yo creo que la fe cristina está más cerca de la ética que de la mística. Y en cualquier caso, se requiere que los místicos, si los hubiere, tendrían que ser éticos.

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