jueves, 29 de marzo de 2018

JUEVES SANTO. EL EVANGELIO DEL 29 DE MARZO



EVANGELIO
Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo.
Estaban cenando, ya el diablo le había metido en la cabeza a Judas Iscariote, el de Simón, que lo entregara, y Jesús, sabiendo que el Padre había puesto todo en sus manos, que venía de Dios y a Dios volvía, se levanta de la cena, se quita el manto y, tomando una toalla, se la ciñe; luego echa agua en la jofaina y se pone a lavarles los pies a los discípulos, secándoselos con la toalla que se había ceñido.
Llegó a Simón Pedro, y éste le dijo:
–«Señor, ¿lavarme los pies tú a mí?»
Jesús le replicó:
–«Lo que yo hago tú no lo entiendes ahora, pero lo comprenderás más tarde.»
Pedro le dijo:
–«No me lavarás los pies jamás.»
Jesús le contestó:
–«Si no te lavo, no tienes nada que ver conmigo.»
Simón Pedro le dijo:
«Señor, no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza.»
Jesús le dijo:
–«Uno que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque todo él está limpio. También vosotros estáis limpios, aunque no todos. »
Porque sabía quién lo iba a entregar, por eso dijo: «No todos estáis limpios.»
Cuando acabó de lavarles los pies, tomó el manto, se lo puso otra vez y les dijo:
–«¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis "el Maestro" y "el Señor", y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros; os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis.»

Juan   13, 1-15


COMENTARIO

En todo lo que rodea a Jesús hay siempre un contrapunto asombroso. Ya lo predijo el viejo Simeón cuando Jesús era niño, ¿recordáis?, "este será bandera discutida para que ante él se aclaren la actitud de muchos corazones".

Unos cuantos años más tarde, la mesa de la Última Cena, vuelve a ser "mesa discutida" para que se aclaren los corazones. Para unos "mesa de servicio y comunión": "yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros". Para otros "mesa de violencia y contradicción":  "no me lavarás los pies jamás".

La belleza del jueves santo reside en el realismo existencial que nos revela. Somos lo que somos: menos que nuestros anhelos, pero más que nuestras miserias.





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