EVANGELIO
Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo. El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera: Maria, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era justo y no quería denunciarla, decidió repudiarla en secreto. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo: -«José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados.» Cuando José se despertó, hizo lo que le habla mandado el ángel del Señor.
Mateo 1, 16-24
Ciertamente todo lo que rodeó al
nacimiento de Jesús fue ¡tan extraño!...; historias de ángeles y de sueños que
salen al paso de lo que el sentido común tildaría de no común. Quizás por eso
el evangelista Marcos decidiera pasar por alto esos “incidentes”, y el
evangelista Juan narrarlo con una poesía. No me extraña.
Si San Lucas contó la perspectiva
materna del nacimiento de Jesús, San Mateo nos ofrece el lado paterno. Al
carpintero José le tocó encajar en sueños la noticia.
Si difícil es “interpretar las
palabras”, más complicado es “interpretar los silencios”. Y el silencio de José
es denso, denso, denso…
El silencio de José es un silencio
habitado. Su silencio se siente habitado, en sueños, por un ángel que le re-conduce
su historia.
Para el pensamiento bíblico, y en
general el pensamiento religioso, el sueño es lugar de “revelación” porque el
ser humano deja de ser “activo” y se vuelve “paciente”. El ser humano, rebelde
él, ni ante los dioses calla. Por eso el sueño es un lugar propicio para que
dios actúe.
Tuvo que dormir a Adán para crear a
Eva. Tuvo que dormir a José para disminuirle su “ego” repudiante y
“hacerle ver” que hay caminos intransitables que paradójicamente se convierten
en senderos extrañamente necesarios para la vida.
Probablemente, la actitud paciente y
pasiva de José, cuando sueña, revele cómo la escucha es previa al habla, y cómo
la clave para ser maestro quizás sea haber sido discípulo.
La biblia está llena de gritos
desoladores pero también de silencios clamorosos. En ocasiones sólo callando la
mirada, callando la voz, callando el juicio y la propia opinión..., se accede a
todo lo que de riqueza tiene la vida. Para mí, eso revela el silencio y el
sueño de José. Habrá que confiar en esta riqueza del silencio ...
PD. La foto que ilustra el comentario
corresponde al llamado “Tránsito (muerte) de San José”. En un viaje no se
cuándo y no se dónde me encontré esa escultura y me llamó la atención. No soy
yo muy de fotos pero “inmortalicé” el momento.
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