lunes, 26 de febrero de 2018

LUNES DE LA SEMANA 2ª DE CUARESMA. EL EVANGELIO DEL 26 DE FEBRERO



EVANGELIO
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo; no juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados; dad, y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante. La medida que uséis, la usarán con vosotros."
Lucas 6, 36-38

COMENTARIO

Es curioso el texto de hoy. Leído en determinada clave incluso podría entenderse como expresión de esa sabiduría popular que viene a decir eso de que "cada uno recoge lo que siembra". Por la misma razón, y desde otra perspectiva, podría entenderse también como una versión más del "vive y deja vivir", muy propio de culturas postmodernas y un tanto des-comprometidas.

Siendo respetables ambas aproximaciones tengo la sensación de que no es esta la motivación que está presente en el texto de hoy. Texto, por cierto, con muchos indicios de estar muy pegado a la propia experiencia de Jesús, y por tanto, no modificado por alguna de las primitivas comunidades.

En el origen de esta sentencia probablemente esté el cansancio que tenía Jesus de un judaísmo que se había olvidado de sus orígenes, y que se había convertido en un código de conducta moralizante. 

Vendría a pensar Jesús que la religión no consiste principalmente en definir qué es lo bueno y qué es lo malo. Lo propio de la religión es la compasión, es decir, que te duela el mal del otro y que te cueste vivir si no pones algo de tu parte para paliarlo.

Un famoso teólogo español, en frase feliz, afirma que "de Dios se supo a raíz de un conflicto laboral". Recordáis el libro del Éxodo: "he visto la opresión de mi pueblo, he oído sus quejas contra los opresores, me he fijado en sus sufrimientos... Voy a bajar a librarlos de la opresión y a llevarlos a una tierra espaciosa que mana leche y miel... El clamor de mi pueblo ha llegado hasta mí" (Exodo 3, 7-8).

Esa compasión, atributo de Dios y tarjeta de presentación del mismo, está en el origen de la religión judía. Pues bien, con el texto del evangelio de hoy, Jesús vendría a decirle a sus discípulos que no vuelvan a pervertir el judaísmo y a convertir en normas frías el deseo compasivo de Dios.

Cuando traemos el texto al hoy de nuestra vida no podemos entenderlo como una versión bíblica del postmoderno "vive y deja vivir". No... no es eso. La frase que da fuerza al texto es "se compasivo como Dios es compasivo". Mira a los demás con el deseo de facilitarles la vida. Que lo primero, en tu relación con los demás, no sea el juicio que advierte y la condena que sanciona. Más bien, que tu primera acción sea caminar con él ("dad... y se os dará").

El objetivo, a mi juicio, no es comportarte con los demás bien para que los demás se portan bien contigo. El objetivo es comunicar la experiencia de un Dios cuya tarjeta de identidad es la entrega sin medida, la generosidad desmesurada. Porque sólo así, Dios podrá ser reconocido como tal.

Evangelizar en (y la) sociedad actual ha de conllevar la tarea de hacer presentable y digna la religión cristiana. Y este hecho pasa por realizar un anuncio tal que revele más acogida y comprensión que juicio, porque al cristianismo primitivo la arrogancia y el engreimiento siempre le supo a blasfemo (Primera carta del Papa Clemente a los Corintios).  




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