EVANGELIO
En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: «El reino de Dios se parece a un hombre que echa simiente en la tierra. Él duerme de noche y se levanta de mañana; la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo. La tierra va produciendo la cosecha ella sola: primero los tallos, luego la espiga, después el grano. Cuando el grano está a punto, se mete la hoz, porque ha llegado la siega.»
Dijo también: «¿Con qué podemos comparar el reino de Dios? ¿Qué parábola usaremos? Con un grano de mostaza: al sembrarlo en la tierra es la semilla más pequeña, pero después brota, se hace más alta que las demás hortalizas y echa ramas tan grandes que los pájaros pueden cobijarse y anidar en ellas.»
Con muchas parábolas parecidas les exponía la palabra, acomodándose a su entender. Todo se lo exponía con parábolas, pero a sus discípulos se lo explicaba todo en privado.
Dijo también: «¿Con qué podemos comparar el reino de Dios? ¿Qué parábola usaremos? Con un grano de mostaza: al sembrarlo en la tierra es la semilla más pequeña, pero después brota, se hace más alta que las demás hortalizas y echa ramas tan grandes que los pájaros pueden cobijarse y anidar en ellas.»
Con muchas parábolas parecidas les exponía la palabra, acomodándose a su entender. Todo se lo exponía con parábolas, pero a sus discípulos se lo explicaba todo en privado.
Marcos 4, 26-34
En el evangelio de hoy encontramos dos parábolas tan
sencillas como útiles, a la hora de trabajar esa actitud humana tan valiosa
como es la paciencia.
No por
mirar la semilla del vergel o su tallo cada día se desarrolla con más
celeridad.
Por eso
mismo, la gran herramienta para el desarrollo del Reino -la propuesta vital de
Jesús-, tras una adecuada siembra, es el tiempo. Hay que darle tiempo. Hay que
"hacer proceso".
El lúcido
novelista Jose Luis Sampedro afirmaba que "el tiempo no es oro, el oro no
vale nada. El tiempo es vida". Lleva razón. Tiempo y vida es lo mismo.
Se para el
tiempo cuando atosigamos a los demás; se para el tiempo cuando humillamos al
prójimo.
La
paciencia, al fin y al cabo, es "padecer" el proceso del otro, hacerlo
tuyo o "hacerlo con él".
Por eso, la
propuesta de Jesús, no tiene más remedio que pasar por el boca a boca y el mano
con mano. Y donde no hay proceso, ni acompañamiento en lo cotidiano y ordinario
del vivir, no hay evangelización que valga.
PD: Una
buena reflexión sobre las imágenes parabólicas de hoy puedes
encontrarla aquí.
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