domingo, 3 de diciembre de 2017

DOMINGO I DE ADVIENTO. EL EVANGELIO DEL 3 DE DICIEMBRE



EVANGELIO
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
–«Mirad, vigilad: pues no sabéis cuándo es el momento.
Es igual que un hombre que se fue de viaje y dejó su casa, y dio a cada uno de sus criados su tarea, encargando al portero que velara.
Velad entonces, pues no sabéis cuándo vendrá el dueño de la casa, si al atardecer, o a medianoche, o al canto del gallo, o al amanecer; no sea que venga inesperadamente y os encuentre dormidos.
Lo que os digo a vosotros lo digo a todos: ¡Velad!»

Marcos   13, 33-37
COMENTARIO

Las religiones, en ocasiones, no han ofrecido una visión sana de de la vida. Con la mejor intención del mundo han intentado preservar al ser humano de todo lo que no sonara a divino, olvidando que la humanidad, no es divina, pero es buena. Hay páginas dramáticas de la escritura que están lastradas por este sentimiento de continua sospecha.

Jesús revoluciona las religiones porque convierte a la humanidad en la gran ventana de lo divino. De ahí la importancia del evangelio de hoy. "Mirad"..."estad despiertos"... Este es uno de los gritos del recién estrenado tiempo de Adviento.

Mirad... vigilad, porque en palabras del profeta Isaías, todos nosotros "somos obra de sus manos". No somos perfectos, porque nada ni nadie lo es, pero somos salidos de un buen deseo.

Mirad...estad despiertos, porque en palabras de Pablo a los de Corinto "no carecemos de ningún don"; sobre todo somos "posibilidad", basta con ponernos a ello.

Por eso no le está permitido al ser humano cerrar los ojos y desesperar. Más bien se trata de abrir los ojos, mirar la realidad, y aprovechar aquello que hay contenido en nuestro interior y en el de los demás como posibilidad.

Una vida así empleada es una vida lograda. Lo contrario es una vida frustrada y frustrante.

Dostoyevsky, en la novela titulada los Hermanos Karamazov, pone en boca de Iván Karamazov una frase ejemplar dirigida a su hermano Aliosha: "A mí, que no creo en Dios, tus ojos que me miran me parecen demasiado grandes. Están llenos de cielo".

Ciertamente esa frase vale toda una vida, ojalá incluso los no creyentes que nos rodean pudieran decir de los cristianos de hoy que tenemos una mirada que "sabe a cielo". Si fuera así, más allá del éxito cultural del cristianismo, habríamos realizado un gran servicio a la causa del evangelio.

¿Qué acontecimientos y a qué personas he de mirar mejor, con la atención de la mañana más que con el cansancio de la noche?








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