miércoles, 8 de noviembre de 2017

MIÉRCOLES DE LA SEMANA XXXI DEL TIEMPO ORDINARIO. ELEL EVANGELIO DEL 8 DE NOVIEMBRE


EVANGELIO
En aquel tiempo, mucha gente acompañaba a Jesús; él se volvió y les dijo: «Si alguno se viene conmigo y no pospone a su padre y a su madre, y a su mujer y a sus hijos, y a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío. Quien no lleve su cruz detrás de mí no puede ser discípulo mío. Así, ¿quién de vosotros, sí quiere construir una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, a ver si tiene para terminarla? No sea que, si echa los cimientos y no puede acabarla, se pongan a burlarse de él los que miran, diciendo: "Este hombre empezó a construir y no ha sido capaz de acabar." ¿O qué rey, si va a dar la batalla a otro rey, no se sienta primero a deliberar si con diez mil hombres podrá salir al paso del que le ataca con veinte mil? Y si no, cuando el otro está todavía lejos, envía legados para pedir condiciones de paz. Lo mismo vosotros: el que no renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo mío.»
Lucas   14, 25-33

COMENTARIO


La versión para "gente ocupada" del comentario de este evangelio es marcadamente"light", lo sé; pero así son las cosas en tiempos de la post-verdad.

Vendría a decir Jesús que la dimensión religiosa (cristiana) del ser humano que guste ejercerla, ha de vivirse en una permanente tensión entre al "utopía y la realidad".

La utopía del postponer a "al padre y a la madre...cargar la cruz y hacerse discípulo...vendiéndolo todo", por una parte; y la realidad de medir las fuerzas por si acaso no resistes ese envite de exigencia vital ("calcular los gastos... y las fuerzas en la batalla").

El cristianismo conlleva ambas realidades del ser humano. Paciencia, tenacidad, motivación y misericordia con uno mismo, parecen ser ingredientes necesarios del hoy del discípulo.





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