domingo, 8 de octubre de 2017

DOMINGO XXVII DEL TIEMPO ORDINARIO. COMENTARIO PARA GENTE OCUPADA.


EVANGELIO
“En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: Escuchad otra parábola: Había un propietario que plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó en ella un lagar, construyó la casa del guarda, la arrendó a unos labradores y se marchó de viaje. Llegado el tiempo de la vendimia, envió sus criados a los labradores, para percibir los frutos que le correspondían. Pero los labradores, agarrando a los criados, apalearon a uno, mataron a otro, y a otro lo apedrearon. Envió de nuevo otros criados, más que la primera vez, e hicieron con ellos lo mismo. Por último les mandó a su hijo, diciéndose: Tendrán respeto a mi hijo. Pero los labradores, al ver al hijo, se dijeron: Éste es el heredero: venid, lo matamos y nos quedamos con su herencia. Y, agarrándolo, lo empujaron fuera de la viña y lo mataron. Y ahora, cuando vuelva el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores?
Le contestaron: Hará morir de mala muerte a esos malvados y arrendará la viña a otros labradores, que le entreguen los frutos a sus tiempos. Y Jesús les dice: ¿No habéis leído nunca en la Escritura: La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente? Por eso os digo que se os quitará a vosotros el reino de Dios y se dará a un pueblo que produzca sus frutos. Los sumos sacerdotes y los fariseos, al oír sus parábolas, comprendieron que hablaba de ellos. Y, aunque buscaban echarle mano, temieron a la gente, que lo tenía por profeta”.

Mateo   21, 33-43
COMENTARIO


La viña somos nosotros, cada vida nuestra, capaz de lo mejor, llenos de posibilidades. Alguien se esmeró mucho con nosotros.Unos dirán que los dioses, otros que Dios, otros que el amor de nuestro padres y madres. Da igual: nuestra viña, nuestra vida, nuestro cuerpo...está preparado para dar fruto. Esta historia sería perfecta si no surgiera en nosotros esas potencia de la división que distraen nuestra mirada: la indiferencia que te acomoda, la intolerancia que te cierra, la insensatez que te ciega. Y entonces la viña, la vida, el cuerpo, no da fruto, y se hace estéril; y la humanidad se vuelve agria.... y a fuerza de querer ser tan puros, nos volvemos insípidos. Por eso Jesús de Nazaret fue experto en abrir oídos, aclarar miradas y "sensatar" corazones...no para hacer discípulos sino, antes que nada, para hacer vivientes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por tu opinión.