miércoles, 14 de junio de 2017

MARTES DE LA X SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO. EL EVANGELIO DEL 13 DE JUNIO.


EVANGELIO
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
-«Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán?
No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente.
Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte.
Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa.
Alumbre así vuestra luz a los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en el cielo.»

Mateo 5, 13-16
COMENTARIO
Normalmente los dioses reclaman para sí sumisión y reverencia. ¡Qué digo los dioses!... cualquier humano con un poquito de "gracia" se cuelga enseguida la medalla de mesías y pide no se si obediencia ciega, pero sí atención constante.

Pero Jesús es un "peculiar" hijo de Dios. Él, hablando a los discípulos, les dice que nada de pleitesías baratas. Les da a sus discípulos la responsabilidad de que  sean sal y luz. ¡El mundo al revés! Quienes tienen que sazonar la vida, darle gusto (darle sentido), son los propias discípulos. Quienes tienen que alumbrar y guiar, siendo luz, son los propios discípulos.

Permitidme la expresión, pero me da la sensación de que Jesús quiere ser un Dios en segundo plano, y pide a sus discípulos que crezcan, que maduren, porque a ellos les toca llevar a cabo la tarea que en otro tiempo correspondía al todopoderoso dios de Israel.

El Evangelio de hoy, traído a nuestra vida, es una llamada al realismo. Sí, todos somos un poco dioses, pero no porque tengamos súbditos, sino porque hemos acogido con responsabilidad la gozosa posibilidad de humanizar, haciéndola crecer, nuestra vida cotidiana.

Por eso, una oración que ponga en manos de dios lo que tenemos que hacer nosotros, no es cristiana; un culto expresado en gestos y signos anacrónicos carentes de sentido en nuestra sensibilidad cultural, no es medio de encuentro con la densidad divina que nos habita; un "decir" y "pensar" a dios que no esté a la altura del momento histórico que atravesamos, no deja des ser más que un flato de la voz... por no decir otra cosa.


¿Le he abierto horizontes hoy a alguien? ("Alumbre así vuestra luz?); ¿he dejado a las personas con las que me he encontrado hoy un buen sabor de boca? ("sois la sal de la tierra). Ambas preguntas representan una buena medida de la calidad y de la madurez de nuestra experiencia de fe.


⏏COMENTARIO DEL AÑO 2016



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