jueves, 19 de enero de 2017

JUEVES DE LA II SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO



EVANGELIO

En aquel tiempo, Jesús se retiró con sus discípulos a la orilla del lago, y lo siguió una muchedumbre de Galilea. Al enterarse de las cosas que hacía, acudía mucha gente de Judea, de Jerusalén y de Idumea, de la Transjordania, de las cercanías de Tiro y Sidón. Encargó a sus discípulos que le tuviesen preparada una lancha, no lo fuera a estrujar el gentío. Como había curado a muchos, todos los que sufrían de algo se le echaban encima para tocarlo. Cuando lo veían, hasta los espíritus inmundos se postraban ante él, gritando: «Tú eres el Hijo de Dios.» Pero él les prohibía severamente que lo diesen a conocer.

Marcos 3, 7-12
COMENTARIO


En algún que otro lugar hemos hablado de la geo-estrategia de Jesús. Este texto es expresivo de esta opción evangelizadora de la primera comunidad. 

Las ciudades que nos presenta Marcos son lugares judíos y paganos indistintamente, como dando a entender que para Jesús el territorio era simplemente una cuestión  espacial y no ideológica. 

Un judío normal, sin embargo, no transitaría por ciudades paganas. Y es que para Jesús no hay judío ni pagano; hay sólo personas. Y si además son personas que sufren con más razón todavía, porque el dolor no tiene ideología ni religión.

Yo tengo la sensación de que este texto tan expresivo de Marcos es una composición literaria, escrita después de muchos intentos por romper las barreras que Jesús se encontraría entre sus propios colaboradores. No fue fácil tampoco para Jesús abrirse a "lo distinto" y a "los distintos".

Por eso, es imposible entender este texto al pie de la letra. Pero más allá de la literalidad nos revela dos notas del cristianismo primitivo que da qué pensar. 

En primer lugar, que Jesús es un punto de atracción (por opción por él, por devoción a él, o por interese en él). En segundo lugar, no cansinea a nadie, más bien, lo cansinean a él. Esto parece indicar que el cristianismo primitivo era percibido realmente como "buena y nueva noticia", sin necesidad de justificar sus bondades.

Cuando traemos el texto al hoy de nuestra vida creo que nos avisa de dos notas que habría de tener nuestro anuncio del evangelio: debería percibirse como algo novedoso y como algo atractivo. Por tanto, si sabe a rancio y repele algo estamos haciendo mal.

Y desde luego, servirnos de la técnica del cansineo en sus diversas expresiones (moralismos, populismos y charlatanería pseudobarroca), no hace más que ahondar en una crisis que nos estamos ganando a pulso.





















































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