domingo, 29 de enero de 2017

DOMINGO IV DEL TIEMPO ORDINARIO. EL EVANGELIO DEL 29 DE ENERO.


EVANGELIO
En aquel tiempo, al ver Jesús el gentío, subió a la montaña, se sentó, y se acercaron sus discípulos; y él se puso a hablar, enseñándoles: «Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. Dichosos los que lloran, porque ellos serán consolados. Dichosos los sufridos, porque ellos heredarán la tierra. Dichosos los que tienen hambre y sed de la justicia, Porque ellos quedarán saciados. Dichosos los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos se llamarán los Hijos de DIOS. Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. Dichosos vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo.»
Mateo   5, 1-12

COMENTARIO


El texto de hoy, sobradamente conocido, de las Bienaventuranzas es un buen pórtico para enmarcar todo el evangelio de Mateo. Reconozco que es un texto muy “musical” pero de difícil explicación real. 

Bienaventurados…dichosos… no se qué palabra es mejor para traducir del original griego. A mí, la traducción que más me convence es la que utiliza la frase “tienen suerte” (la podemos encontrar en la biblia latinoamericana). Es provocadora…pero creo que es realista.

Jesús, obviamente, no “ve bien” el llanto, la miseria, la injusticia, la humillación…Buena parte de su vida fue una lucha “contra todo eso” y poniéndose al lado de quienes lo padecían. ¿A qué viene a decir entonces que “tienen suerte” todos ellos? Esta es la clave del texto.

Mateo, judío él, sabe de la “cultura” de su tiempo. La pobreza, el llanto, el sufrimiento eran calificados de “maldiciones” que venían de parte de Yahvé. Dios te “bendice” porque la vida te va bien; Dios te “maldice” si la vida te va mal. 

En estas llega Jesús y dice que “tienen suerte” los pobres, los que sufren, los humillados, los perseguidos… o todo ese ejercito de personas expertos en actitudes más bien pasivas y de resistencia –los mansos, los pacíficos…-. 

Efectivamente, tienen suerte porque Jesús ha decidido “ponerse de su lado”. Jesús, el hombre por excelencia, ha decidido “derribar del trono a los poderosos” y “enaltecer a los humildes “ según dice el Magníficat. 

“Tienen suerte” toda esta “red de gente” porque Él se ha puesto de su lado. Los demás “se pierden a Jesús”. Así de explícito. Jesús ha decido correr la “buena aventura” – la “bella aventura”- de la vida con los “pacientes” de la historia.

El texto entonces se nos “revuelve a nosotros” porque siempre estará como instancia crítica de nuestras compañías y de nuestros “estilos de vida”. Y se nos revuelve porque el reto evangélico nos coloca en la tesitura de decidir, en el plano corto de nuestra vida, con quien “estamos corriendo nosotros la suerte” de esta “bella aventura que es la vida. ¿Quién se nos "pega" en la vida? ¿De quién somos prójimos? ¿A quién nos aproximamos (a-pro-ji-ma-mos) nosotros?

Difícil pregunta, comprometida respuesta, pero ineludible inquietud que cualifica la veracidad o el disimulo de nuestra experiencia religiosa.


















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