lunes, 12 de diciembre de 2016

SÓLO 1 MINUTO, MARTES


Érase una vez una persona muy mala, muy mala, que se murió sin dejar tras ella ni una buena acción. Los demonios la echaron al lago de fuego. Pero el Ángel de la Guarda buscaba sin cesar una buena acción que hubiera hecho para presentarla a Dios. Por fin se acor­dó de que una vez dio una cebolla a una mendiga.


Dios le dijo:

- << Coge esa misma cebolla, que se aga­rre a ella; si tirando sacas a esa persona del lago, que se vaya al Paraíso; si la cebolla se rompe, que se quede donde está >>.

El Ángel le alarga la cebolla y le dice: -

 << Toma, agá­rrate y no te sueltes >>. La persona empezó a tirar con precaución y ya la había sacado casi, cuando los otros pecadores comenzaron a agarrarse de ella para que les sacara, pero ella comenzó a quitárselos de encima diciendo:

- << La cebolla es mía, no vuestra >>.

Nada más decir esto, la cebolla se rompió y ella cayó al lago.


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