sábado, 3 de diciembre de 2016

SÁBADO DE LA I SEMANA DE ADVIENTO. EL EVANGELIO DEL 3 DE DICIEMBRE.




EVANGELIO
En aquel tiempo, Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en sus sinagogas, anunciando el Evangelio del reino y curando todas las enfermedades y todas las dolencias. Al ver a las gentes, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas, como ovejas que no tienen pastor.
Entonces dijo a sus discípulos: «La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos; rogad, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies.»
Y llamando a sus doce discípulos, les dio autoridad para expulsar espíritus inmundos y curar toda enfermedad y dolencia.
A estos doce los envió con estas instrucciones: «Id a las ovejas descarriadas de Israel. Id y proclamad que el reino de los cielos está cerca. Curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, echad demonios. Lo que habéis recibido gratis, dadlo gratis.»

Mateo 10, 1-8

COMENTARIO

La oferta de Jesús tenía toda la pinta de ser un producto envidiable; su producto era el "anuncio del Evangelio del reino y la curación de todas las enfermedades y todas las dolencias...(para eso) les dio autoridad a sus discípulos para expulsar espíritus inmundos y curar toda enfermedad y dolencia". Y además de un producto envidiable, un precio inmejorable (muy competitivo, diríamos hoy): "...dadlo gratis"

Aún así, al final, a Jesús no le salieron las cuentas de empresa, porque el desenlace de su vida histórica no fue el mejor rendimiento para la inversión realizada. ¿Que falló? Hace mucho ya de eso para hacer una análisis del mercado, pero, o bien el producto no era tal, o bien la demanda no iba por esos lares, o bien los vendedores eran negligentes. O quizás, lo que es bueno, no tiene porque percibirse como bueno, siempre.

Veinte siglos después... salvando las distancias, tenemos también un problema de "percepción" del producto,  de "demanda" de mercado religioso, y de "agentes" de venta. Al menos en occidente, patíbulos en forma de cruz no tenemos; en este sentido la "gestión de lo religioso" se ha vuelto un poco más segura. Pero tendríamos que preguntarnos en el hoy de nuestro anuncio cuáles son los motivos de la crisis del cristianismo.

Le oí decir ayer al secretario de Conferencia Episcopal que a pesar de la permanente crisis del cristianismo llevamos veintiún siglos aquí. Lleva razón, y quizás sea un argumento. Pero también es verdad que, al menos en la parte de responsabilidad que tengamos lo humanos, nuestras "ofertas" de producto y "gestiones" de venta, convendría que fueran revisables cada cierto tiempo. 

Otra cosa es la "labor del espíritu", en la que todos confiamos, y que además sabemos que no "ahorra" la crisis (lo digo porque también estaría presente en la primera predicación misionera que acabó con Jesús en la cruz).


En tiempos de anuncio misionero, y en tiempo de esperanza (Adviento), vendría la pena no descuidar estos estudios de mercado, porque desde aquel momento originario muchas cosas han cambiado: las enfermedades no son las mismas, o al menos no se manifiestan del mismo modo, la competencia religiosa ha cambiado, los estándares de calidad son distintos, pero sobre todo, el mundo se comprende a sí mismo de un modo distinto. 

Tengamos cuidado con esto, no sea que salgamos al encuentro de un mundo que ya no está ahí afuera.






















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