domingo, 11 de septiembre de 2016

DOMINGO XXIV DEL TIEMPO ORDINARIO. EL EVANGELIO DEL 11 DE SEPTIEMBRE.


EVANGELIO
En aquel tiempo, solían acercarse a Jesús todos los publicanos y los pecadores a escucharle.
Y los fariseos y los escribas murmuraban entre ellos: «Ése acoge a los pecadores y come con ellos.»
Jesús les dijo esta parábola: «Si uno de vosotros tiene cien ovejas y se le pierde una, ¿no deja las noventa y nueve en el campo y va tras la descarriada, hasta que la encuentra? Y, cuando la encuentra, se la carga sobre los hombros, muy contento; y, al llegar a casa, reúne a los amigos y a los vecinos para decirles: "¡Felicitadme!, he encontrado la oveja que se me había perdido." Os digo que así también habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse. Y si una mujer tiene diez monedas y se le pierde una, ¿no enciende una lámpara y barre la casa y busca con cuidado, hasta que la encuentra? Y, cuando la encuentra, reúne a las amigas y a las vecinas para decirles: "¡Felicitadme!, he encontrado la moneda que se me había perdido." Os digo que la misma alegría habrá entre los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta.»
Lucas   15, 1-10

COMENTARIO




¡Qué torpe este buen Jesús! Quizás en su cultura no se había inventados conceptos que directamente dilapidan el “buenismo” existencial tal y como es definido en nuestros días por las personas que se hacen a sí mismas en nuestra sociedad. Vayamos por partes.

Se te pierde una oveja y sigues teniendo noventa y nueve, ¿vas a ir a por ella? Pues no ves que noPara eso se hemos inventado el concepto de “daños colaterales” que se caracteriza precisamente por ser daños capaces de ser soportados por el sistema.

La eficacia de un sistema social es proporcional a la resistencia para encajar, sin relativas estridencias, contradicciones en sus estructuras. Así funcionan las sociedades modernas, con dosis razonables de cinismo,  hasta el punto de que el cinismo se nos cuela hasta en las más nobles capas de nuestra conciencia, sin apenas percibirlo. Esa es la mayor expresión de una "sociedad adormecida".

Pero Jesús no se caracterizaba por su sueño, sino al revés, por su vigilia, por su mirada atenta a la realidad. Su visión es radicalmente alternativa: una oveja "perdida" pone en cuestión a todo el rebaño, y "paradójicamente", el valor que tiene la oveja "perdida" no es porque que sea la más gorda o la que más leche de, sino que está "perdida".

En la "utopía" vital "soñada" por Jesús no se puede soportar "perder" a nadie. Todo el mecanismo religioso de su proyecto consiste en integrar, acoger, recibir, incluir.... Aunque el "sistema religioso" pierda habrá que integrar, como sea, a la persona.

O dicho en palabras del Papa Francisco: "Prefiero una Iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle, que una Iglesia enferma por el encierro y la comodidad de aferrase a las propias seguridades".

Por eso, para mi que está clara la resolución de tanto frente abierto que tiene la Iglesia y que pone en contradicción la "seguridad" de su sistema de verdades y tradiciones. Y los que nos encargamos cada día de "poner la cara", tendremos que escoger: o cinismo, o humanidad.



PD: Como siempre, es bueno leer un comentario más riguroso sobre el valor de la misericordia en las parábolas de San Lucas. Podéis leerlo aquí.

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