En aquel tiempo, solían acercarse a Jesús todos los publicanos y los pecadores a escucharle.
Y los fariseos y los escribas murmuraban entre ellos: «Ése acoge a los pecadores y come con ellos.»
Jesús les dijo esta parábola: «Si uno de vosotros tiene cien ovejas y se le pierde una, ¿no deja las noventa y nueve en el campo y va tras la descarriada, hasta que la encuentra? Y, cuando la encuentra, se la carga sobre los hombros, muy contento; y, al llegar a casa, reúne a los amigos y a los vecinos para decirles: "¡Felicitadme!, he encontrado la oveja que se me había perdido." Os digo que así también habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse. Y si una mujer tiene diez monedas y se le pierde una, ¿no enciende una lámpara y barre la casa y busca con cuidado, hasta que la encuentra? Y, cuando la encuentra, reúne a las amigas y a las vecinas para decirles: "¡Felicitadme!, he encontrado la moneda que se me había perdido." Os digo que la misma alegría habrá entre los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta.»
Y los fariseos y los escribas murmuraban entre ellos: «Ése acoge a los pecadores y come con ellos.»
Jesús les dijo esta parábola: «Si uno de vosotros tiene cien ovejas y se le pierde una, ¿no deja las noventa y nueve en el campo y va tras la descarriada, hasta que la encuentra? Y, cuando la encuentra, se la carga sobre los hombros, muy contento; y, al llegar a casa, reúne a los amigos y a los vecinos para decirles: "¡Felicitadme!, he encontrado la oveja que se me había perdido." Os digo que así también habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse. Y si una mujer tiene diez monedas y se le pierde una, ¿no enciende una lámpara y barre la casa y busca con cuidado, hasta que la encuentra? Y, cuando la encuentra, reúne a las amigas y a las vecinas para decirles: "¡Felicitadme!, he encontrado la moneda que se me había perdido." Os digo que la misma alegría habrá entre los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta.»
Lucas 15, 1-10
¡Qué torpe este buen Jesús! Quizás en su cultura no se había
inventados conceptos que directamente dilapidan el “buenismo” existencial tal
y como es definido en nuestros días por las personas que se hacen a sí mismas
en nuestra sociedad. Vayamos por partes.
Se te pierde una oveja y sigues teniendo
noventa y nueve, ¿vas a ir a por ella? Pues no ves que no. Para
eso se hemos inventado el concepto de “daños colaterales” que se
caracteriza precisamente por ser daños capaces de ser soportados por el
sistema.
La eficacia de un sistema social es proporcional a la
resistencia para encajar, sin relativas estridencias, contradicciones en sus
estructuras. Así funcionan las sociedades modernas, con dosis razonables de
cinismo, hasta el punto de que el cinismo se nos cuela hasta en las
más nobles capas de nuestra conciencia, sin apenas percibirlo. Esa es
la mayor expresión de una "sociedad adormecida".
Pero Jesús no se caracterizaba por su sueño, sino al
revés, por su vigilia, por su mirada atenta a la realidad. Su visión
es radicalmente alternativa: una oveja "perdida" pone en
cuestión a todo el rebaño, y "paradójicamente", el valor que
tiene la oveja "perdida" no es porque que sea la más gorda o la que
más leche de, sino que está "perdida".
En la "utopía" vital "soñada" por
Jesús no se puede soportar "perder" a nadie. Todo el
mecanismo religioso de su proyecto consiste en integrar, acoger, recibir,
incluir.... Aunque el "sistema religioso" pierda habrá que
integrar, como sea, a la persona.
O dicho en palabras del Papa Francisco: "Prefiero una
Iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle, que una Iglesia
enferma por el encierro y la comodidad de aferrase a las propias
seguridades".
Por eso, para mi que está clara la resolución de
tanto frente abierto que tiene la Iglesia y que pone en contradicción la
"seguridad" de su sistema de verdades y tradiciones. Y los
que nos encargamos cada día de "poner la cara", tendremos que
escoger: o cinismo, o humanidad.
PD: Como siempre, es bueno leer un comentario más riguroso
sobre el valor de la misericordia en las parábolas de San Lucas. Podéis
leerlo aquí.
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