domingo, 5 de junio de 2016

DOMINGO X DEL TIEMPO ORDINARIO. EL EVANGELIO DEL 5 DE JUNIO

EVANGELIO
En aquel tiempo, iba Jesús camino de una ciudad llamada Naín, e iban con él sus discípulos y mucho gentío.
Cuando se acercaba a la entrada de la ciudad, resultó que sacaban a enterrar a un muerto, hijo único de su madre, que era viuda; y un gentío considerable de la ciudad la acompañaba. Al verla el Señor, le dio lástima y le dijo: «No llores.» Se acercó al ataúd, lo tocó (los que lo llevaban se pararon) y dijo: «¡Muchacho, a ti te lo digo, levántate!» El muerto se incorporó y empezó a hablar, y Jesús se lo entregó a su madre. Todos, sobrecogidos, daban gloria a Dios, diciendo: «Un gran Profeta ha surgido entre nosotros. Dios ha visitado a su pueblo.» La noticia del hecho se divulgó por toda la comarca y por Judea entera.
Lucas    7, 11-17


COMENTARIO
Cuando uno lee evangelios de este tipo lo primero que le sale pensar es que hoy ya no hay milagros como “dios manda”. El capricho de convertir el agua en vino, como “gracieta”, no está mal, pero es intransitivo visto obviamente de un modo superficial. Ahora bien, resucitar a un muerto….eso son palabras mayores.

Pero debería ser algo relativamente normal, porque de Elías también se afirmaba eso en la primera lectura (1 Reyes, 17, 17-24) que leemos hoy en la Eucaristía. Y si ya nos ponemos un poco finos, se cuentan también resurrecciones de un tal Apolonio de Tiana, contemporáneo de Jesús  y filósofo de la escuela neopitagórica.

Quiero decir con estos datos que, más allá de lo extraordinario de estos relatos, según nuestra mentalidad de ahora, quizás no lo fuera tanto hace veinte siglos, quizás fueran comprendidos de una manera y contados de otra, quizás….

Por eso, lo más asombroso (milagroso) del texto de hoy, no es la resucitación. El escenario es más oscuro de lo que parece. Para la mentalidad judía esa mujer viuda con hijo único muerto, era un “castigo-maldición” de dios. Leed la primera lectura y lo veréis.

Dicho con otras palabras. Para la religión judía la viudedad era no-prosperidad porque colocaba a la mujer en la tesitura de no tener tierras (porque las propiedades eran de los hombres), ni descendencia (ya no tenían marido). Y ya lo hemos dicho en otras ocasiones, no tener tierra ni descendencia era concebido como castigo divino. ¡Así de burros eran en materia religiosa!.

Pero llega Jesús y viene a decir que ¡hasta aquí hemos llegado! Su Dios, su Padre, no es un “castigador” sino un “vividor”, es decir alguien a quien sólo le interesa que el ser humano viva. La acción de Jesús viene de nuevo a poner patas arriba la concepción judía de dios. Dios no sale al encuentro del ser humano para condenarle y castigarle. El Dios de Jesús sale al encuentro del ser humano para darle-potenciarle-insuflarle la vida.

Esa actitud de Jesús desencadena dos movimientos interesantes: en primer lugar pasa del conformismo a la con-moción, es decir de una manera de vivir indiferente a una manera de estar en la vida afectado por el dolor del otro y con la mística de la mano tendida: “No llores. Se acercó al ataúd, y tocó al muerto”.

Y después de la conmoción se produce otro movimiento interesante: del fatalismo de no poder hacer nada, a la acción creadora (creativa) de devolver la vida: “Muchacho, a ti te digo, levántate”

Estos dos movimientos son extraños a la cultura judía, porque “atentan” contra el “orden” impuesto por el dios judío. Jesús se atreve a “trastocar” los planes de aquel dios castigador.

Este “trastoque” provoca en los gerifaltes judíos un stress religioso incontrolable, hasta el punto de que Jesús, más adelante, es tildado de “comilón y borracho”(Lucas 7, 34). Es la permanente estrategia de los poderosos: humillar al distinto.

Bueno pues….nosotros no podemos, sin desfibriladores, resucitar a nadie. Ahora bien, sí que podemos desencadenar esos dos movimientos interesantes de Jesús: de la indiferencia a la compasión, y del fatalismo resignado a la creatividad ilusionante.



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