EVANGELIO
En aquel tiempo, Pedro se puso a decir a Jesús: «Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido.»
Jesús dijo: «Os aseguro que quien deje casa, o hermanos o hermanas, o madre o padre, o hijos o tierras, por mí y por el Evangelio, recibirá ahora, en este tiempo, cien veces más –casas y hermanos y hermanas y madres e hijos y tierras, con persecuciones–, y en la edad futura, vida eterna. Muchos primeros serán últimos, y muchos últimos primeros.»
Jesús dijo: «Os aseguro que quien deje casa, o hermanos o hermanas, o madre o padre, o hijos o tierras, por mí y por el Evangelio, recibirá ahora, en este tiempo, cien veces más –casas y hermanos y hermanas y madres e hijos y tierras, con persecuciones–, y en la edad futura, vida eterna. Muchos primeros serán últimos, y muchos últimos primeros.»
Marcos 10, 28-31
¿Te has fijado? ¿No observas algo raro en
el texto?. Vuelve a leerlo ….
Efectivamente, todo se recuperó “por
cientos”…. Todo … menos el “padre”. ¡Qué
cosas tiene este San Marcos! Otra vez más nos las tenemos que ver con el
contexto o dicho más finamente, con la antropología cultural del momento.
Parece ser que el “movimiento de Jesús” no
entendía la vocación como un "enamoramiento bobo" con el maestro de Galilea. Aquella primitivas comunidades
cristianas detectaron que la vocación era la opción por un “orden nuevo” en la manera de entender la vida. ¿Recuerdas a San Juan?: “Estáis en el mundo
pero no sois del mundo".
La cultura judía era patriarcal. El padre
lo era todo, era hasta “portador de Dios”,
puesto que el padre garantizaba tanto la elección como las promesas de
Dios. El padre es el “garante de Dios”. De ahí la importancia de “honrar al padre y a la madre”, elevado a categoría de Ley divina.
Pero Jesús matiza, y de qué manera, este
orden patriarcal. Para Jesús el Reino de Dios está por encima del reino del
padre. Y el reino de Dios sabemos lo que es: el anuncio del mensaje liberador a
los pobres, los pecadores y los excluídos del momento.
Por tanto, la oferta de Jesús de ”dejar
casa, hermanos, padre, madre…” no es una “milonga vocacional” de que dios me ha llamado a mi solo (¡qué suerte he tenido!) y me voy con él. Es mucho más, y esencialmente distinto; es la opción por otro orden distinto
al patriarcal del momento, donde la consanguinidad deja de ser sagrada, y aparece el amor a los excluidos de la sangre, como el nexo
“entrañante” de la nueva sociedad que propone Jesús.
En este sentido, alguien ha dicho que si el judaísmo era la “religión de los padres”, el cristianismo nace como “la religión
de los pobres”; tal debió ser la intuición de Jesús. Esta es la razón por la
que el “padre” ya no se recupera. Es decir, el “padre” como “orden social”, ya
no tiene nada que ver con las opciones vitales de Jesús.
Dejar casa, hermanos, tierras y padre… es
ver la vida en clave menos paterna y más fraterna. Preciosa, fina y
prococadora, la intuición de San Marcos.
Cuando traemos el texto al hoy de nuestra
vida el ejerccio de interpretación ha de ser tremendo. Obviamente, la figura
del “padre” ya no es la que era; pero, por si fuera poco, “la familia”, tampoco
es lo que era. Hoy la familia, se vive de un modo más líquido. Ojo! Digo líquido,
no liquidado.
Para comenzar a interpretar el texto de hoy, hemos
de poner nombre a quien ostenta en nuestra cultura con el papel del "padre” ( y evidentemente, ya no estamos hablando del varón de la familia).
Hoy el evangelio nos invita a preguntarnos a quién “endiosamos”, quién fagotiza
nuestras “energías” cotidianas, ante qué o quién actuamos cual plebeyos ante un señor.
Pongamos nombre a eso…. Y desde ahí hemos
de comenzar nuestro nuevo “éxodo vocacional”….
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