sábado, 23 de abril de 2016

DOMINGO V DE PASCUA. EL EVANGELIO DEL SÁBADO 23 DE ABRIL

EVANGELIO
Cuando salió judas del cenáculo, dijo Jesús:
–Ahora es glorificado el Hijo del Hombre y Dios es glorificado en él. (Si Dios es glorificado en él, también Dios lo glorificará en sí mismo: pronto lo glorificará).
Hijos míos, me queda poco de estar con vosotros.
Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros como yo os he amado. La señal por la que conocerán que sois discípulos míos, será que os amáis unos a otros.

Juan   13, 31-35

COMENTARIO

Cuando San Juan pone por escrito estas palabras de Jesús, palabras que indudablemente recuerda tras haberle acompañado a lo largo y ancho de toda su experiencia de discipulado, está claro que aquella primera comunidad vive entre “dos miedos”. El miedo procedente del exterior porque las persecuciones a los cristianos comienza a tomar cuerpo, y el miedo procedente del interior porque empiezan a no ponerse de acuerdo entre ellos sobre cómo seguir construyendo el cristianismo (dicho en otras palabras, aparecen las envidias, los orgullos y toda esa red de inconvenientes comunitarios).

Resulta magistral que, ante esa situación, el evangelista ponga en boca de Jesús dos sentimientos: en primer lugar, la sensación de sentir que los momentos de conflicto han de ser vividos como momentos de grandeza, de fidelidad, de firmeza. Estar en la gloria no es signo de comodidad o de estar rodeado de “nubecitas como algodones”. Estar en la gloria es oportunidad para mantenerse firme en las convicciones.

En segundo lugar, ante los conflicto internos, Jesús invita a prescindir de todo y a colocar todo en segundo lugar, porque lo importante es amarse.  Jesús fue un buen ejemplo de vivir en esa clave. A él no le importó colocar en segundo lugar el código civil judío, el código penal y el código religioso. A Jesús le interesaban las personas, y más aún el fondo de las personas, aquello que a simple vista no se ve, porque todos tenemos unas cuantas capas de aderezo y disimulo. Más allá de todo eso, hay un ser humano digno de ser amado.

Cuando traemos el texto al hoy de nuestra vida creo que esta es la  gran aportación que nos hace. No hay que buscar el conflicto, pero si entramos en conflicto con otras maneras de vivir y otras maneras de vivir entran en conflicto con lo que propone la fe, pues nada, … se habla, se dialoga y se defienden las convicciones. El cristianismo sólo puede estar hecho de hombres y mujeres dialogantes. Lo contrario es cabezonería e intransigencia adolescente.

Y finalmente podríamos incluso afirmar que Jesus se atrevió a decir que el amor es la única religión auténtica, es decir, el amor es un sentimiento que nos re-liga con Dios. Amándonos nos sumergimos en la experiencia de Dios. Por tanto, todo sentimiento que nos aleje de esa experiencia nos convierte en mediocres habitantes de una historia mal vivida.


Evidentemente, a nadie se le puede obligar a amar. Pero, por la misma razón, triste es la persona que se pierde tal sentimiento.