sábado, 20 de febrero de 2016

SÁBADO DE LA I SEMANA DE CUARESMA. EL EVANGELIO DEL 20 DE FEBRERO


EVANGELIO
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Habéis oído que se dijo: “Amarás a tu prójimo” y aborrecerás a tu enemigo. Yo, en cambio, os digo: Amad a vuestros enemigos, y rezad por los que os persiguen. Así seréis hijos de vuestro Padre que está en el cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos. Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y si saludáis sólo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los gentiles? Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto.»

Mateo 5, 43-48
COMENTARIO
«Amarás a tu prójimo». La primera parte de este dicho es una cita del libro del Levítico 19,18. La segunda parte «odiarás a tu enemigo» no forma parte de la escritura. Parece ser que fue una expresión introducida por los esenios, una especie de eremitas, refugiados en el desierto, que odiaban a los romanos y vivían al margen de todo contacto con el mundo político, social y religioso de aquella época. 

Pero, ¿qué se entendía por «prójimo» en la época del AT y en tiempos de Jesús? Prójimo era tan sólo la persona de etnia judía que compartía la fe en Yahvé. 

Cierto que uno se hacía miembro del pueblo elegido cuando aceptaba la fe de Israel; pero, aun en ese caso, había ciertas reservas: quien no se convertía al judaísmo de una manera espontánea, y en el menor tiempo posible, no era un prosélito en el sentido pleno de la palabra, no era «prójimo». 

Jesús elimina por completo la concepción antigua de «prójimo» al utilizar la fórmula más amplia que se puede utilizar en este campo: «Amad a vuestros enemigos». 

Lo que quiere decir esa formula es que todo el mundo es tu prójimo, y a todo el mundo tienes que amar. Cierto que también en el AT existía el precepto del amor a los enemigos; pero rara vez se llegaba a la enseñanza explícita sobre el tema, o la gente se contentaba con no sobrepasar la frontera negativa: «Si tu enemigo cae, no te alegres» (Libro de los Proverbios) 

Como podemos observar se trata de un paso más en la explicación de este "cumplir hasta la última tilde de la ley". Nada que ver, como podemos observar, con una "ética de mínimos".

Efectivamente, hoy se lleva mucho -y no es poca cosa- unos "acuerdos mínimos" de convivencia en los que toda la humanidad pudiera coincidir para hacer relativamente "soportable" la vida: los derechos humanos pueden ser una expresión de este anhelo.

Aún siendo importante esta intuición, da la sensación de que la comunidad cristiana, asumiendo plenamente los "derechos humanos", deba seguir proclamando una "ética de máximos". De hecho, yo creo que esta "búsqueda de perfección" bien podría ser el distintivo del cristianismo. Cuando intentamos ver lo que "es específico del cristianismo" en otras cuestiones mareamos cansinamente la perdiz.

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