jueves, 28 de enero de 2016

JUEVES DE LA SEMANA III DEL TIEMPO ORDINARIO. EL EVANGELIO DEL 28 DE ENERO


EVANGELIO
En aquel tiempo, dijo Jesús a la muchedumbre: «¿Se trae el candil para meterlo debajo del celemín o debajo de la cama, o para ponerlo en el candelero? Si se esconde algo, es para que se descubra; si algo se hace a ocultas, es para que salga a la luz. El que tenga oídos para oír, que oiga.»
Les dijo también: «Atención a lo que estáis oyendo: la medida que uséis la usarán con vosotros, y con creces. Porque al que tiene se le dará y al que no tiene se le quitará con creces hasta lo que tiene.»
Marcos   4, 21-25
COMENTARIO


Hay un cristianismo de baja intensidad muy preocupante. Consiste en una mezcla de tres actitudes que por separado son inofensivas, pero que unidas constituyen una bomba antropológica digna del mejor de los estudios sociológicos. Me explico.

Imaginemos a una persona que se pasa buena parte de su vida haciendo gala de su pequeñez (soy poca cosa, no soy digno de…); imaginemos del mismo modo a otra persona que con buen criterio ha decidido no dar lecciones a nadie y por tanto no ejercer de maestro de nada (quien soy yo para decir tal o cual cosa…, doctores tiene la iglesia …); imaginemos finalmente a quien, incluso con buen criterio, hace suyo en la apuesta pública de su fe el cantar de Machado, que dice así: "nunca perseguí la gloria ni dejar en la memoria de los hombres mi canción, yo amo los mundos sutiles, ingrávidos y gentiles como pompas de jabón". Imaginemos….

Un cristianismo de baja intensidad y unos cristianos de bajo perfil, efectivamente se nutren de instituciones y personas conscientes de su pequeñez, muy cómodos en su invisibilidad, y rodeado de un glamour espiritual propio de caminantes, cuya huella se va borrando del mismo modo que la estela se desdibuja en el mar.

Dicho en mejores palabras de Jesús, quizás sea este  el cristianismo propio de un candil puesto bajo el celemín o la cama… si hay que encenderlo se enciende, pero encenderlo para nada…


Por eso Jesús fue muy contundente: un cristianismo de tan escasas proporciones acaba no siendo medida para nadie… ni para uno mismo. Simplemente … no es nada.


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