miércoles, 4 de noviembre de 2015

MIÉRCOLES DE LA SEMANA XXXI. EL EVANGELIO DEL 4 DE NOVIEMBRE.


EVANGELIO
En aquel tiempo, mucha gente acompañaba a Jesús; él se volvió y les dijo: «Si alguno se viene conmigo y no pospone a su padre y a su madre, y a su mujer y a sus hijos, y a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío. Quien no lleve su cruz detrás de mí no puede ser discípulo mío. Así, ¿quién de vosotros, sí quiere construir una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, a ver si tiene para terminarla? No sea que, si echa los cimientos y no puede acabarla, se pongan a burlarse de él los que miran, diciendo: "Este hombre empezó a construir y no ha sido capaz de acabar." ¿O qué rey, si va a dar la batalla a otro rey, no se sienta primero a deliberar si con diez mil hombres podrá salir al paso del que le ataca con veinte mil? Y si no, cuando el otro está todavía lejos, envía legados para pedir condiciones de paz. Lo mismo vosotros: el que no renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo mío.»
Lucas   14, 25-33
COMENTARIO

Un juego… eso parece en ocasiones la propuesta del evangelio de Jesús; un “tira y afloja” a ver quien puede más; un “pulso” al fin y al cabo. 


“¿Quién de vosotros, sí quiere construir una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, a ver si tiene para terminarla?”…” ¿O qué rey, si va a dar la batalla a otro rey, no se sienta primero a deliberar si con diez mil hombres podrá salir al paso del que le ataca con veinte mil?”, … siempre me han llamado la atención estos textos, quizás porque invitan al cálculo y a la estrategia, y la “razón” (ese diosecillo que en ocasiones tanta vida nos quita) nos hace ser “tan razonables” como “calculadores” en nuestras “apuestas vitales”. Quienes, por defecto, somos así, encontramos en este texto una evidente fundamentación a nuestra manera “razonable” de ser. O dicho en palabras más coloquiales: “si no sabes, para que te metes”.



…Pero estamos equivocados, la apuesta que “permite” Jesús no es para “calcular” cuánto estás dispuesto a arriesgar para ganar; no, es justamente al revés, cuánto estás dispuesto a arriesgar pero para perder. Sorprendente…

Desde la propuesta de Jesús de Nazaret, la grandeza de un ser humano no se encuentra en la capacidad para edificar grandes graneros. Es justo al revés, la grandeza de un ser humano consiste en cuánto eres capaz de vaciarte, de gastarte, de des-vivirte. De ahí que el cálculo no es para ser-más-frente-a-otros, sino para venir-a-menos por los otros. 

¿Que esto suena a música celestial?... pues no digo que no, pero igual que escuchamos el Requiem de Mozart (también celestial) no conviene perder de vista estas otras partituras un poquito más antiguas.

Por eso “cargar con la cruz” y “renunciar a los bienes” invita al cálculo, en este caso “no-razonable”, y sólo comprensible desde la locura i-lógica del Reino de sentido propuesto por Jesús. También es verdad que ambas expresiones, para ser justos con el texto, habría que ponerlas en relación con la mentalidad judía, en la que la cruz es "maldición", y "la tierra, la casa y la familia de sangre" casi ídolos. De ahí el "contrapunto" de Jesús.

Porque al final, desde Jesús, la gran riqueza consiste en la capacidad para elegir ser pobre (creciendo en humanidad); y la mayor pobreza, en la imposibilidad de poder dejar de ser rico (endiosándote).... 

Al final va a llevar razón el gran Sabina cuando afirma eso de que "era tan pobre que sólo tenía dinero".


PD: Como siempre, es bueno leer un comentario más riguroso sobre el sentido de la Cruz y la renuncia en la perspectiva del Jesús de San Lucas. Podéis leerlo aquí.

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