viernes, 16 de octubre de 2015

VIERNES DE LA SEMANA XXVIII, EL EVANGELIO DEL DÍA 16 DE OCTUBRE


VIERNES DE LA SEMANA XXVIII
EVANGELIO
En aquel tiempo, miles y miles de personas se agolpaban hasta pisarse unos a otros. Jesús empezó a hablar, dirigiéndose primero a sus discípulos:
«Cuidado con la levadura de los fariseos, o sea, con su hipocresía. Nada hay cubierto que no llegue a descubrirse, nada hay escondido que no llegue a saberse. Por eso, lo que digáis de noche se repetirá a pleno día, y lo que digáis al oído en el sótano se pregonará desde la azotea. A vosotros os digo, amigos míos: no tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden hacer más. Os voy a decir a quién tenéis que temer: temed al que tiene poder para matar y después echar al infierno. A éste tenéis que temer, os lo digo yo. ¿No se venden cinco gorriones por dos cuartos? Pues ni de uno solo se olvida Dios. Hasta los pelos de vuestra cabeza están contados. Por lo tanto, no tengáis miedo: no hay comparación entre vosotros y los gorriones.»

Lucas   12, 1-7
COMENTARIO
Ahora que no nos oye nadie… yo creo que no eran tantos los seguidores de Jesús… miles y miles parecen muchos. Bastantes … sí, pero miles y miles no.
La “policía” del templo probablemente comenzó a perseguir a los seguidores del maestro de Galilea, y el evangelista querría dejar claro con un poco de exageración, propio del género literario, que Jesús empezaba a preocupar a los “guardianes de la ortodoxia judía.


Para bien o para mal, el cristianismo, en sus inicios, se fue fraguando como una religión “abierta”. Frente a otros cultos “más mistéricos” (Isis, Deméter, Mitra…) que requerían una concienzuda iniciación a sus prácticas, el movimiento de Jesús era más “democrático” (como diríamos ahora). No requería de tanto misterio ni de tanta iniciación. Por tanto, “lo que digáis al oído en el sótano se pregonará en la azotea”. Sin necesidad de entrar en ninguna cueva secreta ni espacio divino oculto “los pelos de vuestra cabeza están contados” –diría Jesús.

Estamos hartos de oír últimamente esto de que tenemos que hacer “una iglesia de puertas abiertas”. Pues claro… nadie va a discutir por eso. ¡Mira que hacer una puerta en una pared para que esté cerrada!. Si se hace una puerta es para abrirse. El problema es para qué se abre la puerta. Si la puerta sólo se abre para hacer la “visita” al señor o a la virgen… apaga y vámonos… y cierra. Ya san Agustín dijo que Dios es “intimior intimo meo”, es decir, lo más interior a mi mismo, o sea que Dios está dentro de ti. No hace falta salir de casa para visitar a Dios o dejarse visitar por Él. 

Una “Iglesia de puertas abiertas” para mi es otra cosa. Es reconocer la huella reveladora de Dios en experiencias que yo, quizás, no entiendo pero que están en mucha gente que me rodea; es “adelgazar la doctrina” sobre tantos y tantos temas conflictivos que tenemos en la Iglesia para que muchos puedan tener su lugar una vez que hayan pasado por la “puerta abierta” (porque pasar y no poder ver, ni tocar, ni gustar, ni sentir….es frustrante); tener las puertas abiertas es no consentir que nadie se la encuentre cerrada (obvio, claro), pero en ocasiones están abiertas las puertas de nuestros “servicios de todo tipo” y cerradas la puertas de nuestros sentimientos. Como dijo aquel…dejarte herir en tu identidad, en ocasiones, es la única manera de poderte encontrar con el dolor auténtico del otro.

La alternativa de Jesús es una Iglesia de azoteas, sin puertas; un riesgo… sí, pero “no tengáis miedo….hasta los pelos de vuestra cabeza están contados”.






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