lunes, 10 de agosto de 2015

LUNES DE LA SEMANA XIX. EL EVANGELIO DEL 10 DE AGOSTO

En aquel tiempo, mientras Jesús y los discípulos recorrían juntos Galilea, les dijo Jesús: «Al Hijo del hombre lo van a entregar en manos de los hombres, lo matarán, pero resucitará al tercer día.» Ellos se pusieron muy tristes.
Cuando llegaron a Cafarnaún, los que cobraban el impuesto de las dos dracmas se acercaron a Pedro y le preguntaron: «¿Vuestro Maestro no paga las dos dracmas?»
Contestó: «Sí.»
Cuando llegó a casa, Jesús se adelantó a preguntarle: «¿Qué te parece, Simón? Los reyes del mundo, ¿a quién le cobran impuestos y tasas, a sus hijos o a los extraños?»
Contestó: «A los extraños.»
Jesús le dijo: «Entonces, los hijos están exentos. Sin embargo, para no escandalizarlos, ve al lago, echa el anzuelo, coge el primer pez que pique, ábrele la boca y encontrarás una moneda de plata. Cógela y págales por mí y por ti.»

Mateo  17,  22-27



COMENTARIO

Hoy es San Lorenzo, santo y mártir de renombre que tiene lecturas “muy propias”, pero prefiero yo seguir con la lectura continua de San Mateo, sobre todo viendo el “reto interpretativo” ante el que nos sitúa el milagro de hoy. Porque no me digan que no es un reto “sacarle punta” a la significatividad existencial y teológica que pueda tener el hecho de encontrar una moneda de plata, en la boca de un pez, tras conseguir pescarlo, sólo con la noble intención de pagar un impuesto. ¡Válgame Dios la que lió ese día nuestro Señor… y además sin conocer todavía a Montoro y sus exigencias recaudatorias.

He de confesar que para lo del milagro no tengo código. Por mucho que he leído no acierto a explicarme por qué esta especie de “juego de rol”. Hay cuestiones en teología que reciben el calificativo de “quaestio disputata” y que caracterizan a problemáticas de las que no se tiene explicación cierta. Y esta es una de ellas.

Ahora bien, el texto marca una tensión que si que resulta interesante. Es verdad lo del “impuesto del templo”. Para más aclaraciones pulsad aquí. Las autoridades judías tenían estipulada la cantidad de dos dracmas para el mantenimiento del templo. El diálogo entre Jesús y Pedro denota la conciencia que tiene Jesús de sí mismo. Jesús es “de Dios”, e igual que un rey nunca cobraría impuestos a sus hijos, Jesús, el que es Hijo por excelencia, no tendrían porque pagar impuestos al templo, propiedad de su padre Dios. Jesús no se considera súbdito con obligación a pagar impuestos. Jesús es hijo libre. Pertenece a Dios directamente.

Más aún, incluso Jesús podría haber añadido, como lo hace en otro momento, que se siente también libre de la Ley y del templo. Jesús ve en la libertad la esencia del ser humano. El ser humano no puede esclavizarse con el cumplimiento de ritos y mandamientos prescritos. Es verdad que los ritos pueden expresar la relación con Dios. Pero el ser humano no está en función del Templo y de la Ley.

Voy a decir una pequeña barbaridad, como es lunes de agosto, supongo que no la leeréis muchos. Estoy seguro que a muchos de vosotros os resultará nuevo este milagro o caeréis en la cuenta de que pocas veces lo habréis escuchado.

Y es verdad, hay cosas que la Iglesia, con el tiempo, ha silenciado. La Iglesia ha hecho un tabú de sus propias leyes y preceptos otorgándoles en ocasiones la calidad de expresar “la voluntad de dios”, cuando de hecho ha sido voluntad de quien ha redactado una determinada norma o ley por exigencias del momento histórico o por simple conveniencia del contexto.

Cuando determinadas normas o preceptos se “imponen” en un determinado contexto histórico, quizás se haga con la mejor intención del mundo; no lo dudo. El problema es cuando, pasado ya el contexto cultural en el que surgen, dejan de tener sentido y se siguen “imponiendo”

Yo en ocasiones me imagino a Jesús diciéndonos: “…pero hombres y mujeres ¿no habéis caído en la cuenta todavía de que sois hijos e hijas libres”. De hecho, el otro día leía un texto del papa Francisco que habla muy bien de sus intenciones si es que dejaran al hombre que pusiera en práctica lo que piensa. Dice el texto en cuestión del Papa: 

“Hay una tentación: la aparente seguridad que se esconde tras las respuestas fáciles, frases hechas, normas y reglamentos. Jesús luchó mucho con esa gente que se escondía detrás de las normas, los reglamentos, las respuestas fáciles… Los llamó hipócritas. La fe, por su naturaleza, no está centrada en sí misma, la fe tiende a “salir fuera”.  (Discurso del Papa Francisco a los obispos de Asia el 17 de agosto de 2014 en Corea)

Y con toda la razón del mundo me diréis ¿y por qué pagó Jesús el impuesto?. Sólo encuentro una respuesta, que además la da Jesús: “para no escandalizar”. Creo que es simple y llanamente una clara expresión de “sencilla madurez” por parte de Jesús.

Tiene un valor incalculable, más del que creemos, el hecho de ser personas que no llamemos la atención, que tengamos capacidad para discernir en qué has de “quemar tus naves y en qué no". En ocasiones se consigue más con la discreción   que con el “brillo fugaz” de determinadas “sonoras cantadas” por nuestra parte.

Al fin y al cabo estamos llamados a ser como árbitros de fútbol. Cuánto menos se habla de ellos en un partido, es señal de que mejor han cumplido su trabajo. Quizás este podría ser un pequeño apunte que ilustre la presencia de los cristianos en medio de nuestra sociedad.




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