viernes, 24 de julio de 2015

EL EVANGELIO DE HOY, VIERNES 24 DE JULIO. VIERNES DE LA SEMANA XVI


EVANGELIO
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Vosotros oíd lo que significa la parábola del sembrador: Si uno escucha la palabra del reino sin entenderla, viene el Maligno y roba lo sembrado en su corazón. Esto significa lo sembrado al borde del camino. Lo sembrado en terreno pedregoso significa el que la escucha y la acepta en seguida con alegría; pero no tiene raíces, es inconstante, y, en cuanto viene una dificultad o persecución por la palabra, sucumbe. Lo sembrado entre zarzas significa el que escucha la palabra; pero los afanes de la vida y la seducción de las riquezas la ahogan y se queda estéril. Lo sembrado en tierra buena significa el que escucha la palabra y la entiende; ése dará fruto y producirá ciento o sesenta o treinta por uno.»
Mateo 13,  18-23
COMENTARIO 

Al evangelio de hoy le precede la propia "parábola del sembrador". Tocaba el miércoles en la "lectura continua" de Mateo, pero la Magdalena nos "alteró" el guión.... ¡ay que ver la Magdalena...siempre alterando!

Me ha venido a la cabeza al leer el evangelio de hoy la famosa frase de la Exhortación Apostólica del Papa Francisco en la Evangelii Gaudium: Prefiero una Iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle, que una Iglesia enferma por el encierro y la comodidad de aferrase a las propias seguridades”.

En la parábola que escuchamos hoy la Palabra, la experiencia de Dios, el Misterio que llevamos entre manos…, cabe que sea no valorado, maltratado, despreciado, asfixiado… “¿y qué?” –vendría a decir a Jesús; “va en el sueldo” diría la jerga política. Francisco lo diría en sentido positivo, digo yo: “prefiero una Palabra herida antes que "no pronunciada”.

La Palabra adquiere su sentido cuando se pronuncia, y si se pronuncia, cabe que sea acogida, fructificada, despreciada  o malinterpretada. Pero la Palabra no puede ser callada porque no sería Palabra, sino silencio.

Cuando no convertimos en palabra nuestro sentimientos, sencillamente no existen, a no ser que otro lenguaje distinto nos permita expresarlo.

Por eso Jesús, que se siente como Hijo, Palabra del Padre, no puede callarla ante nadie aún a costa de ser silenciado o malinterpretado. Jesús, como Palabra, carecería de sentido si de tal riesgo quisiera cuidarse.

Hoy es un buen día para plantearnos que no podemos ser roñosos en nuestra tarea evangelizadora. Son muchos los momentos en los que nos consideramos jueces de la Palabra“tu te la mereces… tu no”; pero ante el Maestro de Galilea, generoso Él, a mayor juicio, mayor ridículo; a más sentencia, menos Palabra.

Me imagino a Jesús diciéndonos hoy, no tengáis miedo a pronunciar la Palabra, aún a riesgo de ser Palabra herida, palabra crucificada”.


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